Y a Joan Laporta, el equilibrista presidente del Barça que lleva muchas gestiones al límite, algunas superando incluso esa frontera, se le vio fuera de sí en Yeda. Aliviado y eufórico cuando supo de la decisión del Consejo Superior de Deportes (CSD) de concederle la cautelar a Dani Olmo y Pau Víctor, inscritos ya para jugar la final de la Supercopa.
Después, entró en combustión el dirigente azulgrana, segundos más tarde de abrazarse a Enric Masip, uno de sus asesores más cercanos. Fue entonces cuando Laporta soltó un espectacular corte de mangas que sintetiza toda la tensión que se le ha acumulado en las últimas semanas.
Contraste con la serenidad de Flick
Devolvió así la imagen de los presidentes de la década de los 90 (Gil, del Atlético, Mendoza, del Madrid, Ruiz de Lopera, del Betis, y Caneda, del Compostela…) contrastando con la serenidad que ha trasladado Flick en este volcánico caso. Mientras el técnico lo utilizó como motor emocional para impulsar a su equipo en el campo, el presidente escogió la vía totalmente contraria, explotando todas sus emociones.
Esa imagen se amplificó a nivel mundial tras ser difundida por las cámaras de Esport 3. Pero luego esa ira del dirigente azulgrana ya quedó más en privado cuando llegó al palco del estadio de Yeda, profiriendo, según reveló Manu Carreño en ‘El Larguero’ de la Cadena SER, algunos insultos, al tiempo que iba pegando puñetazos y patadas al mobiliario.
Y, según esa misma información, el presidente del Barça se quejó directamente a Rafael Louzán, el nuevo presidente de la Federación Española de fútbol (RFEF), tras vivirse momentos de máxima tensión. Tensión ya lejos de las cámaras tras celebrar la inscripción de ambos jugadores, salvado por la política (el CSD es un organismo gubernamental) en la penúltima salida que le quedaba para evitar el desastre deportivo, económico y hasta reputacional.
Antes del partido, Laporta paseaba su alegría y, al mismo tiempo, su indignación por la zona noble del estadio árabe. Enemistado como anda con La Liga y la Federación, que se aliaron, de forma inusual, para denegar la inscripción de ambos jugadores emergió el Laporta más primitivo, aquel que en su primer mandato y, de nuevo, en el segundo dejó imágenes que parecían de otra época, mientras Flick dedicaba la victoria sobre el Athletic a los dos jugadores.
Cuando la política, representada en la decisión del CSD, devolvió la licencia a Dani Olmo y Pau Víctor, el presidente del Barça exhibió su tono más belicoso. Tanto en los gestos -esa ‘butifarra de Yeda’- como en las palabras delatan el escenario en el que se ha movido Laporta. Estaba acosado por la oposición, que reclamaba, y de manera unánime, su “dimisión inmediata” y en caso de no hacerlo se activaría un voto de censura.
La respuesta del presidente fue tan inesperada, por mucho que se adecúa a su estilo cada vez más personalista, como rotunda. El corte de mangas como prólogo a una sucesión de insultos a diversos representantes federativos que asistieron anonadados a esa tempestuosa aparición.
«Resistir es ganar. En el Barça y en la vida», escribió Jordi Finestres, el asesor más cercano al dirigente, en su cuenta de X para ensalzar la capacidad de sobrevivir que tiene su jefe. Hasta en los peores momentos. Ya le ocurrió a Laporta cuando tuvo que firmar, y ya casi cerca de las tres de la madrugada, el aval de 124 millones de euros en una notaría de Barcelona para poder acceder a la presidencia.
Y ese funambulismo en el que se ha movido en su segundo mandato, desprovisto como está de un núcleo ejecutivo y directivo, le hizo estallar en Yeda. A la espera aún de que ofrezca algún tipo de explicación pública sobre este caso, asunto que ha delegado primero en la figura de Hansi Flick -mucho más sereno y prudente en sus comparecencias- o en la aparición de Elena Fort, la vicepresidenta institucional, en RAC-1.
Capacidad de supervivencia
Al inicio, Laporta calló. Con esa victoria política en la mano -la cautelar del CSD que permitirá usar con normalidad a Dani Olmo y Pau Víctor- renació la figura del presidente más volcánico festejando un triunfo provisional que le permite, según él, reinvidicarse justo en el período más oscuro de su segundo mandato.
Justo cuando la oposición creía que el presidente estaba más débil que nunca. Justo cuando lo veían ya camino de su salida, sin calcular la capacidad de supervivencia que ha mostrado siempre, protagonista activo o pasivo del universo Barça desde que en 1997 impulsó la plataforma de ‘L’ Elefant Blau’ para derrocar a Núñez como ahora le quieren derrocar.