Igual ustedes no lo saben, pero entre los socios y aficionados que los cuerpos de seguridad (privados) del FC Barcelona sacaron, expulsaron, del estadio de Montjuïc por cantar “¡Barça, sí; Laporta, no!”, que no ofende a nadie, ni insulta a nadie, había todo un notario. “Evidentemente, no pude levantar acta de mi expulsión, pues no podemos ser protagonistas de un acta”, contó, el pasado viernes, Mario Romeo en la tertulia ‘La Tribu’, de Radio Marca.
El caballero, que empieza a temer que es más difícil presenciar un partido del Barça en libertad que sacar las oposiciones a notario (“yo, mientras estudiaba como un loco, me entretenía, en mis descansos, acercándome a ver entrenarse a Maradona en el campo pegado al Camp Nou, era puro relajamiento”), sigue sin entender qué le ocurrió y estoy convencido de que anoche volvió a Montjuïc y no sé, no sé, si repitió el cántico. En ‘La Tribu’ dijo que lo haría. Bueno, también dijo que escribió al defensor del socio exigiendo que el Barça le pidiese perdón por haberlo expulsado de Montjuïc “y aún estoy esperando, sí”.
Pura dictadura
Sé que ustedes pensarán que es un hecho sin importancia. Pura anécdota. O no. Igual piensan que se trata de un gesto dictatorial, autoritario, más impulsado, tal vez, quién sabe si por Alejandro Echevarría, ya se sabe, un franquista venido a más, que del ‘indepe’ Joan Laporta, líder, dicen, de la libertad. El caso es que el señor Romeo no acaba de entender cómo una entidad que dice ser ‘més que un club’ reprime así a sus socios, perdón, dueños.
El caso es que el ridículo de Laporta y su directiva, sus familiares, su cuñado, sus amigos, sus aduladores, fue anoche en aumento. Enfrentados a la grada de animación, que se niega a pagar las multas, el club contrató a una charanga, integrada por diez personas, debidamente vestidas de procesión, que pusieron muchísimo interés en su trabajo, pero que, como Laporta&Cia, hicieron el más estrepitoso de los ridículos. Y no porque el equipo perdiera, que perdió, sino porque no les hicieron ni caso.
Es evidente que Laporta cree que, en este mundo y no me refiero solo al mundo del fútbol, todo se puede comprar con dinero. Y, la verdad, es que todos, menos ellos, los del palco, sabemos que no es así. La charanga es la última palanca que se inventa Laporta, que pronto tendrá que demostrar haber conseguido los millones que le permitirán inscribir a Olmo y Pau Víctor. Todo de madrugada, ya verán.
Es posible, no digo que no, que uno de los Barça más raros de la historia, raro, raro, raro, tampoco hubiese podido remontar ante el Leganés, uno de los equipos más flojos de la historia, en un partido horrible de todos, el primero, por descontado, el entrenador, el alemán Hansi Flick, que, encima, tuvo el feo detalle de dejarle el marrón de afrontar la conferencia de prensa a su ayudante. Un poquito de por favor ¿no?
El notario Mario Romeo, uno de los expulsados de Montjuïc por cantar «¡Barça, sí; Laporta, no!», exigió al club, por carta, que le pidiesen disculpas «y aún estoy esperando». La grada de animación cumplió ayer su tercer partido de ausencia y Laporta contrató a una charanga para (intentar) animar al equipo, que perdió.
Empiezan a acumularse los motivos como para empezar a dudar de todos. Y no me hablen de que el Barça aún es líder (el sábado viene el Atlético) o que en la Champions es segundo. Lo de ser líder de LaLiga empieza a ser ya un poco mentira, ya verán. Y lo serio de la Copa de Europa, como muy bien decía el gran Johan Cruyff, “empieza en cuartos de final”.
Esto es lo que hay
Si quieren, para que empiecen a temblar, les recuerdo que el Barça suma 5 de los últimos 18 puntos disputados en LaLiga. Ha ganado uno de los últimos seis encuentros, la peor racha desde antes de que llegase Xavi Hernández. Y, si quieren, les doy la lista de los equipos (auténticos equipazos, con perdón) con los que ha pinchado Flick ¡ojito a ella!: Leganés, Betis, Las Palmas, Celta y Real Sociedad, ninguno aspirante a Europa, de momento.
Es posible que, dentro del club, empiecen a mirar a Flick. Muy posible. Y es posible que Flick empiece a pensar en soltar algún día (y eso que él no es hombre de excusas) la famosa frase de “esto es lo que hay”. Pero una cosa está clara, no parece ser que el tan elogiado y cacareado ‘mister’ sepa qué le ocurre al equipo. Y, mucho menos, cómo solucionarlo, vista la caída estrepitosa que está protagonizando su equipo en LaLiga, que es el pan nuestro de cada día.
Tener el 80% de la posesión sirve de poco, de nada, si no es para atacar, para profundizar, para crear ocasiones, para chutar. El Barça chutó anoche cuatro veces a puerta. Recuerdo que, en la inicial época de Pep Guardiola en el Barça, sus futbolistas jugaban y jugaban, tocaban y tocaban, para meterse dentro de la portería rival. No chutaban, ni de lejos ni de cerca. Simplemente, no chutaban, pretendían meter la pelota en la red rival caminando. Un día, Andoni Zubizarreta le preguntó a Pep si prohibía chutar a sus futbolistas, no ya desde fuera del área, no, simplemente chutar. “No, no, qué va, qué va”, le dijo el mister. “Pues podrían animarse a chutar de vez en cuando”. El Barça anoche dio 421 pases, casi todos bien, pero para nada. No metieron miedo. Nunca tuvieron intención de asustar al Leganés.
Repito, nadie en el Barça, ni siquiera Laporta, mucho menos Masip, ya ni les cuento Deco, sabe qué le ocurre a este equipo. Y puede que muchos de los habitantes del palco empiecen a pensar que ni Flick sabe lo que le ocurre. Mientras, eso sí, Laporta se compra una charanga para sustituir a la grada de animación. Y el equipo, como él, acaba perdiendo.
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