Jules Koundé tuvo la última oportunidad. Era el minuto 78 y su tiro salió demasiado cruzado. Varios de sus compañeros se echaron al suelo, decepcionados. Derrotados antes de hora. Otro remate fallido. Otra jornada negra. Otra metedura de pata.
El equipo volvía a perder, como en el último partido de Montjuïc ante el Las Palmas. Con solo 5 puntos ganados de los últimos 18 (el 1-5 de Mallorca y los empates ante el Betis y el Celta), certificaba el bajón que le ha dejado a tiro de sus rivales. Ni rastro del líder demoledor.
La mala noche de Sorg
Dos minutos tardó Marcus Sorg en asomarse al área técnica desde que empezara el partido. No había detectado ningún síntoma para inquietarse, pero pronto lo obtuvo. Alejandro Balde, en su partido número cien, rompía la línea del fuera de juego y dejaba a Munir solo ante Peña. El portero detuvo el remate a bocajarro. Ese córner derivó en el 0-1.
Demasiado fácilmente pudo cabecear Sergio González, central y capitán del Leganés. Era el primer gol de estrategia encajado esta temporada, a excepción de los cuatro penaltis. Una falta de atención que condenaba al Barça al mismo partido que frente al Las Palmas, la última derrota en el último partido de Montjuïc.
No era culpa de Sorg que el equipo se metiera en ese brete. Con Hansi Flick en una de las cabinas reservadas para los analistas, apenas volvió a sentarse. De vez en cuando se le acercaba Arnau Blanco, el técnico de la cantera que fue incorporado al cuerpo técnico tras la marcha de Thiago Alcántara.
Lewandowski, cegado
La decisión más relevante tomada por los técnicos fue sustituir a Lewandowski. Lo había fallado todo hasta entonces. Tres ocasiones muy claras. Suficientes para merecer el relevo, sobre todo si el reemplazante era Ferran Torres, autor de cuatro goles en los tres últimos partidos, dos en la victoria de Dortmund y que no le granjearon la titularidad. Lewandowski, en ese periodo, sólo celebró uno.
Con Lewandowski, reemplazado en los tres últimos encuentros, suplente en Mallorca, se marchó Dani Olmo, otro jugador sin chispa, en la repetida alineación azulgrana, y entró Fermín, otro revulsivo de Alemania.
El aguante de Lamine Yamal
En el campo permaneció un rato más Lamine Yamal, pese a que había pedido el cambio en el primer por una fortísima entrada en el minuto 16 de Neyou que le retorció el tobillo derecho. Fue visible el dolor que sentía y la incomodidad que notaba. Acaso también la preocupación. Ese tobillo le tuvo de baja tres partidos con el Barça por una afectación en la sindesmosis que tardó en ser curada.
El extremo aguantó como pudo hasta el descanso. Dolorido, incómodo y preocupado. Pero firmó las dos jugadas más relevantes en sendas escapadas por la derecha que fueron desaprovechadas. Al equipo le faltaba remate, oscurecido Lewandowski. De la delantera titular solo continuó Raphinha, el capitán, que remató al poste tras una magnífica reacción de Dmitrovic.
Eric, central otra vez
La última vez que pisó Eric el césped de Montjuïc no pasó del calentamiento del Barça-Sevilla. Era el 20 de octubre y lo que se pensó que era una leve lesión en el aductor derecho ha tenido al central de Martorell dos meses en la enfermería. Desde el 28 de septiembre no era titular. Fue el privilegiado que irrumpió en la alineación que se repitió en el campo del Betis y del Dortmund. Contra lo que pudiera suponerse, el sustituido fue el joven y no el veterano. Salió del grupo Pau Cubarsí, que había empalmado 21 partidos más los de la selección, y no Iñigo Martínez, que sumaba el decimoquinto consecutivo.
Abortó Eric en un cruce providencial un balón que superaba a Iñigo y para el que Peña había salido de la portería. Jugó de central derecho, su posición favorita. El equipo ya no le necesita de mediocentro, que era el lugar encontró su espacio en época que era un fijo en la alineación. Cuando se juntaron las lesiones de Bernal, Gavi, Christensen, De Jong y Fermín.
La tomadura de pelo
Concedió el árbitro cinco minutos de tiempo añadido en la primera mitad. Los jugadores del Leganés sufrieron infinidad de supuestas lesiones, y Lamine Yamal y Renato Tapia debieron ser atendidos por los médicos. El cuarto árbitro enseñó el cartel. En ese momento, aún no estaba preparado Brasanac y Tapia, en el centro del campo se echó al suelo. Más de un minuto y medio tardó en reanudarse el juego. Pero Quintero González, magnánimo con las reiteradas pérdidas de tiempo del Leganés, justificadas por la victoria que protegía, solo concedió unos segundos.
Por tardar, el equipo madrileño hizo esperar al Barça y al árbitro para proceder a la reanudación. Un anuncio de lo que vendría, con Dmitrovic retrasando el juego todo lo que podía con la tolerancia de la autoridad.