Se acabó la era de Rubén Baraja como entrenador del Valencia CF. El técnico, que podríamos decir que ha durado dos temporadas -media temporada en 2023, cuando llegó en febrero, la 23/24 completa y mitad prácticamente de esta campaña- ha sido destituido como técnico del Valencia CF. Así lo ha anunciado la entidad en un comunicado en el que se destacan y agradecen públicamente «su pasión, dedicación y compromiso». Una decisión que llega en vísperas de las fechas navideñas tras la compleja situación deportiva del club, que sigue en puestos de descenso y que no ha sido capaz contra sus recientes rivales directos, desaprovechando el ‘Pipo’ sus últimas balas ante Valladolid, Espanyol y Alavés (2/9) puntos.
La entidad asegura que ha sido la «dinámica de resultados de esta temporada» la que ha empujado a tomar «una decisión muy difícil de tomar», pero la realidad es que se trata de una decisión meditada y que no se produjo antes por falta de acuerdos con Quique Sánchez Flores, la alternativa al puesto. Por el momento el club no ha anunciado quién tomará las riendas de la entidad, pero ya tras el partido en Cornellà se produjeron movimientos en las oficinas: llamada a Singapur y correspondiente ‘ok de Lim’ para negociar el reemplazado del vallisoletano.
Baraja ha vivido unas últimas horas de tensión absoluta. Sin el respaldo público del club, que no ha llegado en ningún momento en forma de ratificación, el míster siempre se aferró a sus posibilidades. Aseguró en todo momento que confiaba en poder revertir la situación y dio la cara, siendo en algunos momentos cómplice de la pésima gestión institucional del club y sin una crítica que le comprometiera el puesto.
De hecho, prefirió ‘señalar’ a la afición asegurando que «estamos solos» tras el empate ante el Alavés o insinuar que sus jugadores debían de dar más –»la confianza se la tienen que trabajar, no se compra en El Corte Inglés»-, en lugar de poner en cuestión una plantilla deficiente ideada por Miguel Ángel Corona y una gestión cuanto menos indecente para un club centenario como el Valencia CF por parte de Peter Lim y sus empleados en Valencia: Layhoon, Corona y compañía.
Últimas horas complejas
Las últimas horas de Baraja han sido complejas. El técnico, antes de viajar a Cornellà -venía de perder en Valladolid- aseguró confiado que él era el «capitán» de un barco que se negaba a abandonar. «Soy el capitán y si se hunde el barco no me tiraré antes», dijo. También manifestó que se sentía «dentro» del club porque aunque nadie públicamente desde dentro le había respaldado, entendía que la simple ‘no destitución’ ya era suficiente: «Entiendo que la confianza existe».
Sobre las negociaciones con Quique, que no llegaron inicialmente a buen puerto y ahora podrían retomarse, Rubén Baraja pidió «respeto» y siempre aseguró que aunque se sentía en la cuerda floja en Mestalla anteriormente se «había pitado a entrenadores que luego ganaron títulos».
Así poco a poco pasaban los días. Siempre defendiendo esa postura y destacando que los partidos -muchas veces con razón- se decantaban por pequeños errores o situaciones que siempre caían en contra. Es el momento que le ha tocado vivir después de un tiempo en el que fue al revés. El equipo poco a poco se fue desmoronando hasta el punto de ser el farolillo de la tabla. Un equipo sin identidad ni alma competitiva.
Y la gota que colmó el vaso, el 2-2 ante el Alavés este domingo, en Mestalla. Era partido de todo o nada. Y fue cruz. Nada. Y Rubén Baraja, destituido. El míster, aun así, terminó en su rueda de prensa entendiendo el cabreo de Mestalla pero pidiendo más apoyo. «Estamos solos», llegó a deslizar. A una afición fiel, que llena el campo jornada tras jornada pese a la triste puesta en escena del equipo. Rubén Baraja, a fin de cuentas, no ha sido responsable directo pero se suma a la lista de víctimas de Meriton. La trituradora de técnicos que no cesa y que puede haber degradado la figura de leyenda de su exfutbolista.