McLaren vuelve por sus fueros y atropella a Ferrari y Red Bull


Alguien que mandó, y mucho, descendió al infierno, a las catacumbas, por soberbio, por engreído, por altivo, por creerse que el mundo giraba alrededor suyo. Alguien que fue emperador en su sector, en su deporte, en su competición, acabó (casi) quebrado, en ruina, desprestigiado y, sobre todo, desfasado. Alguien que pensó que el mundo giraba alrededor suyo no se dio cuenta de que el nuevo mundo le estaba atropellando y, al final, tuvo que irse, dimitir, vender su imperio, renunciar a todo lo que tenía y era.

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