No existía ni en la imaginación. Era imposible de soñar. Hasta utópico. Pero este miércoles se escuchará el remozado himno de la Champions en Montilivi, un viejo y pequeño estadio, construido en 1970, al que la UEFA ha empequeñecido aún más con sus restricciones. Pasa de 14.624 a 9.721 espectadores reduciendo el aforo para asistir a una noche que ni en el mejor de los escenarios podría haber dibujado.
«Queremos hacer historia en la Champions, es un sueño», ha declarado el entrenador. «Es un sueño para mí, veía la antigua Copa de Europa cuando tenía cinco o seis añitos. Me hace sentir orgulloso que sea el primer partido aquí, con toda aquella gente que vivió aquellos malos momentos en Segunda», ha añadido el entrenador de Vallecas.
«Es un sueño para mí, veía la antigua Copa de Europa cuando tenía cinco o seis añitos. Me hace sentir orgulloso que sea el primer partido aquí, con toda aquella gente que vivió aquellos malos momentos en Segunda»
Juega el Girona de Míchel la competición más grande que existe en el mundo del fútbol. Ya debutó en el Parque de los Príncipes, ante casi 1.000 aficionados que viajaron hasta París, maldiciendo aquel balón que se burló de un torturado Gazzaniga.
«Ayer le dije a los jugadores en la charla previa a la Champions que puedo tener reprimenda, exigencia pero nunca desde el rechazo porque ellos están elegidos por nosotros», ha dicho Míchel, recordando que tengo que «decirle a la cara que la dirección deportiva los ha fichado porque yo los he pedido. Deben tener mi confianza. Solo les he pedido paciencia y respeto», ha revelado el entrenador del Girona.
«No todos pueden entrar en Montilivi»
«Queremos ganar para hacer historia en la Champions, es un sueño», ha repetido en varias ocasiones Míchel, indicando que es «un tema anímico y no de juego» porque está contento con lo que he ha visto ante Rayo (0-0) y Celta (1-1) pese a no llevarse la victoria.
«Queremos ganar para los que estarán en el campo y los que estarán fuera, seguramente ellos desde lejos verán el partido con mucho interés», ha añadido el entrenador vallecano en la nueva sala de prensa creada en Montilivi. Nueva, amplia y moderna, lamentando que «no puedan entrar todos» en el estadio.
Pero nada será igual para el Girona como este miércoles (18.45 h) cuando la bandera de las estrellas ondee sobre el centro del césped de ese antiguo hogar para saludar la llegada de la Champions mirando a los ojos del Feyenoord. «Oir ese himno aquí es algo histórico para todo Girona. Nos lo hemos ganado todos estar aquí», ha admitido el técnico de Vallecas.
La máxima exigencia
Es el partido que jamás soñó. Y viene después de una mala racha asimilando, como ha repetido Míchel, el técnico del prodigioso Girona que acabó tercero en la pasada Liga y se metió en Europa por la puerta grande, “la nueva realidad”. Es un escenario desconocido, donde vive los problemas de un equipo grande siendo un club pequeño, con 16.000 socios (más de lo que permite el aforo de Montilivi) y 9.700 abonados (justo lo que tolera la UEFA) por lo que se ha tenido que establecer un sorteo para que puedan acudir a cualquiera de los partidos de la Champions.
Míchel, el entrenador del Girona, en la última sesión antes del debut de la Champions en Montilivi contra el Feyenoord. / Efe / David Borrat
«Somos un equipo que lleva poco tiempo en Primera División. De ocho partidos que hemos jugado solo el Barça ha tenido más ‘expecting goals’ que nosotros. Estoy tranquilo, el club está tranquilo», ha comentado Míchel, asumiendo que «exigencia de fuera no la puedo controlar. Pero yo, y Quique Cárcel, somos los más exigentes. Estoy muy contento del partido que hizo el equipo en Vigo, llevamos dos partidos en que hemos sido mejores que el rival. No sé lo que espera o necesita la gente», ha dicho Míchel, recordando que «somos un club pequeño pero con 96 años de historia y estarán en la Champions bien representados».
Dos meses sin Oriol Romeu; uno sin Blind
«Me preocupa mucho el tema anímico. Al entrar en la Champions no me preocupa porque el jugador se reactiva pronto. Me preocupa más de la Champions a la Liga como se vio en Valencia», ha reconocido el entrenador, empeñado en divulgar una línea optimista.
«Pero venimos con una línea ascendente de juego. No me fijo mucho en el resultado, me fijo mucho más en el rendimiento. Hemos sido reconocibles. El reto es finalizar más las jugadas», ha precisado Míchel, indicando que «comprende a las personas y las personas son las que hacen un equipo. Necesito hacer un equipo».
Tiene vida de club grande estando inmerso en la reconstrucción del proyecto, castigado, además, por las lesiones. Pierde a Oriol Romeu por dos meses y a Blind por uno, con las limitaciones propias de un equipo que habita en Girona, una ciudad con 104.000 habitantes, que tradicionalmente le había dado la espalda al fútbol más preocupada como estaba habitualmente del baloncesto.
La ‘crisis del éxito’
Ahora, en cambio, y tras un asombroso viaje, vive entre los grandes de Europa. En junio de 2022, o sea hace dos años y tres meses, estaba en Segunda División peleando por ganar el play-off al Tenerife y asomarse a la elite. Desde allí, a la Champions.
Le toca al club gestionar la crisis del éxito, viendo partir a sus estrellas (Savinho, Dovbyk, Aleix García, Yan Couto y Eric García), intentando encajar a los nuevos, agobiados por la inesperada falta de eficacia: dos goles (Stuani y Yangel Herrera) en los cinco últimos partidos en los que ha encajado tres derrotas consecutivas frenadas por el empate ante el Celta.
Aunque todo queda eclipsado por ese duelo contra el Feyenoord que ha arrancado mal la ‘Eredivisie’ (es sexto, a 11 puntos del PSV, el líder). «Les falta Gímenez, que es un jugador muy importante para ellos», ha reconocido el técnico del Girona en referencia a la ausencia del delantero estrella del equipo neerlandés.
Temor a ‘La Legion’ ultra del Feyenoord
Un duelo nunca imaginado antes en Montilivi, estadio que está viviendo experiencias que jamás conoció antes. Ahora, por ejemplo, aguarda con medidas extremas de vigilancia la llegada de los ultras del club neerlandés, que posee una de las aficiones más radicales del fútbol europeo.
Es ‘Het Legioen’, ‘la Legión’, cuyo paso por el Metropolitano la pasada temporada en la Champions dejó un rastro de incidentes. Se presentaron incluso hasta sin entradas. Hasta seis detenidos hubo por esos incidentes.
El Girona, consciente de esa peligrosidad de los seguidores del Feyenoord, ha extremado, junto a la policía, el plan de seguridad para acoger a los 492 aficionados que vienen con localidades para ‘encapsularlos’ camino de Montilivi. Aunque el temor radique en los que vengan sin entradas.
