España ya está en cuartos de final de la Nations League, cuya corona defiende con solvencia pese a no contar con una docena de campeones de la Eurocopa que están lesionados o tocados. Porque De la Fuente ha conseguido conformar una selección de autor en la que Zubimendi hace de Rodri, Fabián asume protagonista, Mikel Oyarzabal luce galones y Mikel Merino muestra el mismo cuajo que demostró en la Real Sociedad.
Con eso le bastó para doblegar a una Serbia insulsa, que anda metida en follones de vestuario, y sumar así tres puntos que confirman su presencia en la siguiente fase. Ahora solo resta concluir el trabajo y sellar el liderato, lo que podría producirse el próximo 15 de noviembre en Copenhague si España arranca un empate ante los daneses.
Sin Lamine, Nico Williams, Rodri o Carvajal apostó De la Fuente por un once reconocible, poca rotación y mucho jugador con el ADN del riojano como Oyarzabal, Merino, Morata, Zubimendi, Fabián, Cucurella o Laporte. España salió con chispa, llevando el balón a la banda abierta y apareciendo desde atrás con mucha presencia. Tres minutos tardó España en desenmascarar a Serbia, y lo hizo atacando su punto fuerte, el balón parado. Un córner sacado en corto y convertido en segunda jugada descolocó a los serbios permitiendo a Laporte cabecear a la red una comba de Pedro Porro. La fiesta de Córdoba empezaba bien.
Lluvia abundante
En otra llegada desde atrás Mikel Merino sacó astillas del palo de Rajkovic tras un testarazo. Raya no había tenido trabajo alguna porque la presión tras pérdida de España les dejaba sin posesión y sin opciones. Llovía con generosidad en Córdoba y la selección proponía un fútbol paciente que aprovechaba todo el ancho del Nuevo Arcángel cordobés. El final de la primera parte llegó con la grada esperando celebrar un segundo gol de los de De la Fuente, que pudo llegar en un robo de Cucurella que terminó rematando sin suerte Morata. La grada aprovechó para corear el nombre del capitán, que hace unos días confesaba haber pasado por una depresión que le hizo dudar de su capacidad para seguir y que explica su marcha a Italia. Metidos en estas cavilaciones andaba el personal cuando el polaco Stefanski mandó a los jugadores al vestuario.
Empezó la segunda mitad con un penalti que ofreció a Morata la posibilidad de resarcirse, pero el madrileño parecía negado. Le pegó fuerte y arriba, muy arriba. Tanto que no cogió puerta para desesperación del capitán español. El fallo desembocó en uno de los momentos más emotivos del partido, cuando la afición, tras corear su nombre, comenzó a cantar el himno cordobesista. Merecido premio a una ciudad volcada con la selección y con el delantero del Milan.
Del penalti fallado al gol de Morata
Sin noticias de Serbia en campo español, De la Fuente quería sellar el triunfo con un segundo tanto que se demoraba. Y entonces, pasada la hora de partido, el cántaro volvió a la fuente y de primeras, en un balón con rosca y con izquierda, Morata marcó por fin el gol que llegaba persiguiendo desde el inicio y que tranquilizaba al banquillo al tiempo que encendía a la grada.
Superado el trance de Morata, Baena se sumó a la fiesta con un gol de falta en una jugada que además dejó a Serbia en inferioridad. El cuarto final de partido fue una agonía para los serbios, que seguían sin poner a prueba a un Raya inédito. Un disparo al larguero de Pedri pudo rendondear la goleada en agradecimiento a una afición entregada, la de Córdoba, que la última vez que vio a la selección la despidió con pitos tras ganar 1-0 a Japón hace 21 años. Mucho ha cambiado la historia.