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Cada equipo, en cualquier temporada, afronta una serie de partidos cruciales. Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son, pero se puede intuir, por ejemplo, que el Barça-Atleti de este sábado es uno de ellos. En esos momentos tan importantes, es imprescindible contar con líderes que despejen las dudas, reafirmen el credo y contagien con sus certezas al resto. Es imprescindible tener de tu parte a este tipo de héroes no solo en el campo sino en los alrededores. En ese sentido, a mí que no me busquen.
Porque no todos podemos ser héroes. Yo me borro. A algunos la capa nos queda grande. De la misma manera que existen estos referentes sagaces que sostienen el mástil de la verdad cuando soplan los vientos de la incertidumbre, existimos nosotros. Los que vamos a esperar a ver qué sucede en el partido, sin mojarnos en la previa ni un poquito, por si acaso, y luego ya diremos lo que tengamos que decir con el resultado en la mano. Auténticas ratas de cloaca. Cobardes sin ética. Oportunistas sin reparos.
Pero qué queréis. No me pagan tanto para arriesgarme al escarnio. Además, ni siquiera soy del Barça, y si supiera lo que va a pasar me dedicaría a las apuestas deportivas y no estaría aquí acariciando el teclado. De hecho, escribir artículos de opinión sin dar mi opinión sigue siendo uno de mis propósitos, no sé, quizá ahora ya algo difuminado. Esta duda, en realidad, me convierte también en un fiasco. Esto sucede igual en el campo. No se puede dudar. Si dudas ya estás fallando.
De alguna manera, cualquier equipo y en cualquier temporada, solo necesita una certeza. Sea cual sea, lo importante es que todos se la crean. Las certezas funcionan a largo plazo. Puedes perder algunas veces, porque todos pierden algunas veces, pero compartir una certeza ahorra infinidad de explicaciones, problemas y bandazos.
En las certezas nacen las convicciones y en las convicciones radica la paz mental. Esa quimera. Yo sé que seguiré viendo a mi equipo dentro de 30 años, a no ser que muera antes. En consecuencia puedo minimizar el resultado de un sábado, porque sé que solo es una anécdota a pie de página, en el largo plazo. Quiero entrenadores que faciliten a los jugadores esta clase de perspectiva. Quiero jugadores que sepan que su entrenador seguirá jugando así semana tras semana, pase lo que pase, caiga cruz o cara la moneda del VAR o cualquier otra contingencia propia del fútbol en 2024. Solo así, encajando los guantazos del corto plazo, seremos un día felices en el largo.
El jersey de cuello alto
Mientras tanto, sugiero evitar los sobrepensamientos de antemano. Como mucho, hay que estar alerta a las señales que se nos cruzan de vez en cuando. La pasada semana vi saltar al césped al entrenador del Leganés, Borja Jiménez, con un jersey de cuello alto, y de inmediato pensé: «Cuidado». Ojo con este tío porque ojo con los entrenadores que llevan jerseys de cuello alto. Ahí hay entrenador para rato.
Lo pensé antes de que el Leganés ganara al Barcelona, pero no lo escribí entonces y ahora sí lo escribo aquí porque ya sabéis que soy de los que espera al resultado. Una auténtica rata de cloaca. Un cobarde sin ética. Un oportunista sin reparos.
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