Cuando Iñaki Peña acude a la portería del pebetero, miles de personas le aplauden y corean su nombre. Los vítores se multiplicarán este domingo, y no será porque el rival del Barça se llame Espanyol. Tampoco porque el meta sea alicantino y se le pueda considerar un damnificado por la DANA, como lo es Ferran Torres, natural de Foios, al norte de Valencia. Ni porque celebre ninguna efeméride particular.
A Iñaki Peña se le ovacionará porque reaparece agigantado a ojos de la hinchada después del partido del Bernabéu. Limpio de toda sospecha regresa el meta del clásico, convertido en uno de los héroes de la goleada al mantener la portería a cero y defenderla desde una posición de debilidad, entre la desconfianza culé y la entidad de los adversarios a los que se medía. Dos balones de oro virtuales, candidatos eternos, que chocaron contra él.
Los números que le avalan
Al canterano Peña (25 años), al viejo canterano Peña en comparación con los adolescentes que le rodean, siempre se le han reprochado los números para justificar su condición de suplente de Marc André ter Stegen. Los números ahora acreditan la valía del alicantino, por más que su proyección a la titularidad se produjo por la lesión de su compañero. Con un partido más disputado, ha encajado un gol menos que Ter Stegen y ha aumentado de una (Valladolid) a cuatro (Getafe y Young Boys en casa, Alavés y Madrid fuera), las veces que ha mantenido la portería a cero.
De los seis goles que ha encajado Peña, cuatro le cayeron en Pamplona, en el segundo partido que disputaba después de sustituir a Ter Stegen en el campo del Villarreal. En el tercero, ya tenía sentado en el palco de Montjuïc a Wojciech Szczesny, elevado a la condición de amenaza para él. No ha pasado de ahí.
Relación de respeto
«Szczesny me ha tratado con mucho respeto, nos llevamos muy bien», asegura Peña sobre la convivencia entre ambos. Szczesny sigue sentado, ahora en el banquillo. Vino de su retiro de Marbella para cubrir las espaldas de Peña y liberar de presión a los porteros del filial, no a devolverle al banquillo.
«Es un portero de gran trayectoria que sumará y nos aportará», dijo Flick el primer día. El entrenador nunca fue más allá de apreciar el fichaje. «No tengo pensado hacer rotaciones en la portería», añadió, en una declaración que ha sido bastante más que un tranquilizante para el inquilino de la portería. Flick ha sido el mejor defensa de Peña. Más que Cubarsí e Iñigo.
«Estoy contento de que Szczesny diga que está listo para jugar, pero no hay ninguna razón para cambiar de portero», recalcó al técnico después del parón liguero, cuando el polaco se sentía ya preparado para jugar tras dos semanas de entrenamiento en Sant Joan Despí. «Iñaki jugará ante el Sevilla y si todo va bien también el miércoles ante el Bayern», precisó antes de la semana grande que concluía en el Bernabéu.
Flick veía «muy bien» a Iñaki. Ahora le ve mejor. Más reforzado. Más grande. Más confiado. Más seguro. Como miles de culés, y no solo los del gol del pebetero de Montjuïc.