Eddy Merckx, la mayor gloria que ha dado el ciclismo, pronunció la frase del año pocas semanas antes de que le patinara la rueda trasera de la bici al cruzar un paso a nivel cerca de Bruselas y se rompiera la cadera. Dice que los 79 años no lo frenan y que volverá a la carretera, pero nunca más en solitario. “Ni yo me habría atrevido a atacar a 100 kilómetros de la meta en un Mundial”. ‘El Caníbal’ del siglo XX, el mito en el que se refleja Tadej Pogacar, protagonista de esta historia, quedó alucinado como millones de aficionados al ciclismo con la salvajada que el fenómeno esloveno hizo en Zúrich para ganar el campeonato del mundo.
Si se mira hacia atrás y se recuerda el año 2024, desde marzo cuando empezó el festival Pogacar hasta octubre, sólo se contemplan victorias de este ciclista insaciable, mágico y a la vez tirano, con cara de niño, pero alma de diablo, que se paseó por el Tour después de haberlo hecho en el Giro y en cuantas carreras participó.
Se le ve, por ejemplo, en el mes de marzo. Llegaba a Catalunya para disputar la Volta, que hizo añicos, y se le esperaba a la puerta del hotel en Platja d’Aro. Cogió la bici cerca del aeropuerto de Barcelona y apareció en la Costa Brava con una serenidad absoluta, sin que prácticamente los automovilistas con los que se cruzó lo reconocieran porque, seguro, que muchos creyeron que era un cicloturista vestido del UAE en vez del mismísimo líder de uno de los mejores equipos del mundo, por no decir el que más carreras gana, aunque buena parte de los éxitos lleven su firma.
Cuentan los periodistas italianos que Pogacar se enfadó en la primera etapa del Giro, más bien consigo mismo, por no haber sido más listo en el esprint que decidió en Turín el triunfo en el estreno de la prueba. No ganó ese día y no pudo cumplir el objetivo de vestir con el jersey rosa desde el inicio al fin de la carrera. Al día siguiente ya provocó un terremoto en el santuario de Oropa, donde casi Miguel Induráin perdió la carrera hace tres décadas. Hasta el final hizo lo que le dio la gana. Seis etapas consiguió, las mismas que luego se llevó en el Tour donde trituró a Jonas Vingegaard, vencedor de las dos ediciones anteriores, aunque es verdad que el ciclista danés llegó a la Grande Boucle sin la preparación adecuada por culpa del grave accidente que sufrió en la Itzulia, la vuelta al País Vasco.
Sólo hay que apuntar un dato, que no debe pasar desapercibido, para glosar la temporada realizada por Pogacar. Una séptima plaza ha sido la peor clasificación que ha logrado en un curso ciclista de matrícula de honor, porque no se le puede dar mejor puntuación. Romain Bardet, en fase de retirada, glosó el año de Pogacar con la sensación de todo el pelotón. “Nadie se atreve a ir a por él cuando ataca”. Entonces sólo vale la pena pensar en llegar segundo, que ya es mucho sabida la imposible posibilidad de capturarlo. Por eso, Mikel Landa, en la Volta, se sintió casi como el vencedor moral de la ronda catalana cuando acabó la prueba en Barcelona instalado en la segunda plaza de la general.
¿Y ahora qué? Pues la verdad, Pogacar no da la sensación con 26 años de pasar la próxima temporada en el anonimato, ni mucho menos; por lo que resulta fácil y comprensible imaginar las carreras de 2025 como capítulos de un nuevo libro escrito a imagen y semejanza de un ciclista llamado a ser la pareja de Merckx como el mejor dúo desde que se creó el ciclismo.
Pogacar no estará en la Volta e intentará aplastar a la única bestia que se le resiste, la Milán-San Remo, como objetivo máximo de primavera en un calendario que lo llevará a preparar el Tour, donde aspira a un cuarto triunfo, sin el paso previo por el Giro.
¿Por qué? Pues muy sencillo. El segundo reto de 2025 pasa por ganar la Vuelta, carrera en la que debutó siendo un niño en 2019, donde acabó tercero, donde casi le quita el triunfo a su compatriota Primoz Roglic a un día de Madrid -luego lo hizo en el Tour-, y donde quiere conseguir la hazaña de conquistar la única carrera grande de tres semanas que no tiene en el palmarés. Si se apunta, salvo hecatombe, la ronda española del próximo año ya tiene ganador. Merckx también la consiguió en un lejano 1973.