El pasado mes de julio, la victoria de la selección española en la Eurocopa tuvo un 78,7% de cuota de pantalla y 13,58 millones de espectadores. No hay un acontecimiento que concite semejante atención. Los datos del torneo de Alemania, emitido en abierto por TVE, reflejaban que el deporte televisado interesa. También encendieron el debate sobre la piratería y las formas de consumo de los partidos, de pago salvo excepciones como el torneo de selecciones. Según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), el 19% de los españoles recurre a fuentes ilegales y el porcentaje es del 42% en el caso de los jóvenes de 15 a 24 años, solo superior en el caso de Bulgaria (47% frente a un 27% de media en la UE).
El debate está abierto. “Cuando se estaba diciendo que la gente joven se estaba apartando del fútbol, que no aguantaban 90 minutos viendo un partido, empiezo a entender que lo que no aguantan es pagar mucho dinero por ver fútbol”. Ese era el dardo que Juan Carlos Rivero, narrador principal de la Eurocopa, lanzaba a la vez contra Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, y Javier Tebas, máximo dirigente de LaLiga. El primero cuestionó la duración de los partidos cuando presentó la Superliga y el segundo es uno de los más firmes defensores del producto pagado y en contra de la piratería.
Un problema cultural en España
Tebas no tardó en responder: «Había algún ‘ser supremo’ (por Florentino), que decía que los jóvenes ya no veían futbol. Vengo diciendo desde hace años que eran ‘fake news’. Juan Carlos Rivero, lo que señalas de que no quieren pagar porque es caro… Deberías profundizar más sobre por qué los jóvenes españoles no se independizan de sus familias hasta los 30,3 años, según un informe de la UE». El presidente de la patronal aludía en su defensa a uno de los factores, pero no el único, que han puesto a España a la cabeza del pirateo deportivo.
Según el dato más reciente de Eurostat, España está a la cabeza de paro juvenil con una tasa del 26,5%, por delante de Suecia (24,2%) y Grecia (22,6%). El problema con la piratería deportiva en España es que no solo afecta a los ‘streamings’, también a los artículos deportivos. En total, se estima que estos dos delitos provocan 850 millones de euros de pérdidas al año, equivalente al 11% de las ventas del sector.
«Creemos que existe un tema cultural entre los jóvenes de 24 y 25 años, como demuestra el estudio de EUIPO. Que prácticamente la mitad de los españoles de esta edad hayan comprado una falsificación de modo deliberado es muy preocupante. Queda trabajo por hacer para generar una sensibilidad semejante a la que se tiene en cuestiones como el cambio climático. Cuando compras una falsificación, alimentas las mafias criminales que explotan personas o trafican con estupefacientes», explica a este diario Gerard Guiu, director general de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema).
En una línea similar analiza la problemática Daniel Fernández, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), quien también ve un problema de «aspecto cultural y de concienciación cívica, algo que se ve muy claro en países del norte de Europa, donde se considera la piratería como una actividad ilícita». Guiu pone un ejemplo para entender las diferencias entre países: «Si tú vas por Suecia o Finlandia a las dos de la mañana y vas a cruzar un paso de peatones, nadie lo hará en rojo. Aquí pasa hasta a las doce de la mañana».