Lo esperado. Ni una palabra más ni una palabra menos, ni una amenaza más ni una amenaza menos, ni un desprecio más ni un desprecio menos. Lo esperado. La conferencia de prensa de Joan Laporta para aclarar todo lo ocurrido con el caso Olmo y la ‘botifarra’ fue tremendamente similar a aquella esperpéntica aparición para justificar los pagos a Enríquez Negreira, el nº 2 del arbitraje español.
“Nos quieren liquidar, pero tendrán que esperar una nueva oportunidad, tendrán que trabajar más para desestabilizarnos”. “Pobre Barça si cae en manos de esta oposición”. “Todo ha funcionado como teníamos previsto en nuestro plan estratégico. Nada ha sido improvisado, nada ha sido fruto del azar, nada ha sido por ayudas externas, nunca hemos funcionado a golpes del presidente”. “Nada de lo ocurrido nos ha sorprendido, sabemos de qué va esto”. “Todo responde a un plan ignominioso, falso, para desestabilizar al club y al equipo”. Ignominioso: deshonroso, vergonzoso, innoble, denigrante, humillante, indigno, despreciable, oprobioso, injuriante, vilipendioso….
Laporta ha vuelto al discurso victimista. Laporta ha vuelto a avivar los ismos y, sí, ahora más que nunca, no como defensa del FC Barcelona ¡ni hablar!, sino como defensa de su modo de vida, el de sus familiares, amigos, recomendados y, por descontado, de su cuñadísimo, Alejandro Echevarria, que ya no se oculta y aparece en las fotografías oficiales de la celebración de la Supercopa, sin cargo alguno pero con plenos poderes. Estamos frente al si no defiendes y profesas el ‘laportismo’, es que vas contra el Barça.
Todo el mundo va contra el Barça, todo el mundo quiere lo peor para el Barça, todo el mundo quiere ver caer al Barça, no a su junta directiva, no, al Barça. “Pero aquellos que piensen que yo voy a dimitir por la presión de algunos o por una decisión de alguna de las instituciones que dirigen el fútbol, están muy equivocados. Hemos ganado porque hemos resistido, por talento, por valentía, por astucia”.
Vuelven los ‘ismos’
Cuando creíamos que Johan Cruyff había acabado con los ‘ismos’, Laporta se aferra al ‘laportismo’ para justificarlo todo, incluso la crítica. Pese a que un periodista le ha puesto en bandeja la posibilidad de que reconociese algún error, de que hiciese cierta autocrítica, el presidente ha insistido en que el Barça ha ganado, fuera y dentro del terreno de juego, porque todo lo ha hecho bien.
Incluso cuando el último periodista le ha preguntado por qué antes los dineros de Catar y Arabia Saudí eran malditos, sucios, vergonzosos y ahora son salvadores, Laporta ha dicho que esos países se están abriendo, se han convertido en lugares de oportunidades. “Antes íbamos a estudiar a Estados Unidos o Londres y, ahora, los jóvenes van allí, por las grandes oportunidades que hay de trabajo y negocios”.
Joan Laporta ha llegado a reconocer que la prensa acorraló, «llevó al huerto», al capitán Raphinha para afirmar que, si él hubiese sido Olmo, se lo hubiera pensado. No fue así, no, Raphinha dijo lo que dijo porque lo piensa. Es más, añadió: «No puedo engañaros».
Y Laporta, piensa tanto en el negocio, que ha perdido la oportunidad, única, de comentar, de criticar, de lamentar, de reconocer que, ciertamente, el país anfitrión de la Supercopa, cuya organización el presidente ha calificado de “excelente”, maltrató, acosó, atosigó y metió el miedo en el cuerpo a las esposas y compañeras de la expedición del Real Mallorca. El negocio sigue siendo el negocio y Laporta, como otra mucha gente del fútbol, no iba a criticar ese comportamiento recibiendo los millones que reciben de un país que “está mejorando mucho e, incluso, quiere relanzar el fútbol femenino”.
La conclusión de su aparición ante los medios no se resume solo, que también, en la sentencia de que quien me critica, está criticando al Barça, muy del populismo que abraza Laporta y otros muchos mandatarios del mundo, incapaces de reconocer sus errores y aceptar la crítica, sino también en tratar de demostrar que si Dani Olmo y Pau Víctor han sufrido y llegado a la desesperación, ha sido por culpa de LaLiga y de la Federación Española, nunca por el hecho, contrastado, de que el Barça no hizo los deberes en tiempo y forma que requería la patronal y la federación.
Darren Dein, el pacificador
La sensación de que Laporta disfruta creando problemas para, luego, solucionarlos en última instancia y convertirse en el héroe que es para un montón de barcelonistas, no solo quedó reforzada con el caso Olmo sino también con la negociación con Nike, pues a una pregunta de Joan Domènech, de EL PERIÓDICO, reclamando por qué el Barça necesitaba un intermediario, un negociador, un comisionista que pusiera de acuerdo a dos instituciones que llevaban más de 25 años juntos, el presidente reconoció que los suyos se habían liado tanto y peleado tanto con la gente de Nike, que hizo falta un mediador para alcanzar un acuerdo. Repito: creo el problema, lo complico cuanto puedo y busco quien me lo solucione, sea Darren Dein, llevándose decenas de millones, o sea el CSD, vía política.
¿De verdad alguien se cree lo de la planificación absoluta viendo todo lo que ocurre en el Barça? Laporta vendería helados en el Polo Norte. Y, de nuevo, ha tratado de convertir en algo normal, “cosas que ocurren”, el costosísimo retraso de las obras del Spotify Camp Nou (“no es chapa y pintura, estamos haciendo un estadio nuevo”), el engaño, la ficción de Barça Visión (“a todos los clubs le deja de pagar alguien”) e, incluso, asegura que mentimos cuando decimos que Raphinha dijo que, si fuera Olmo, se lo pensaría. El problema para Laporta es que el capitán lo dijo, sí.
Porque ese es el mayor problema de Laporta, sus familiares, sus amigos, sus recomendados, su cuñado, que el 2-5 frente al Real Madrid, triunfo absoluto del Barça, no de Laporta, victoria gracias la herencia recibida, no puede ocultar, a ojos de todos los que quieren la destrucción del club, según él, todos los desmanes que ha protagonizado esta directiva, de la que huyeron más de una veintena de ejecutivos y ya tres directivos importantísimos, vitales, que han preferido mantener la boca cerrada para no ser pasto de las llamas como lo han sido esta mañana aquellos socios que pretenden, simplemente, que el Barça sea dirigido con sensatez, profesionalidad, sentido común, mejor imagen y demostrando que es `més que un club’ y no ‘más que una familia’.