El 1 de octubre de 2017, día del tumultuoso referéndum por la independencia de Catalunya suspendido por el Tribunal Constitucional, el entonces presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, en contra de la postura que previamente había acordado con sus directivos, decidió que el partido de Liga contra Las Palmas debía jugarse a puerta cerrada en el Camp Nou. Bartomeu había acudido al vestuario para conocer la postura de sus futbolistas. Sólo dos, Sergi Roberto y Gerard Piqué, le reclamaron no jugar. El mandatario no les hizo caso y, tras múltiples presiones, decidió apostar por una vía intermedia que nadie entendió.
Una vez acabado el encuentro, Piqué asomó por las entrañas del estadio y rompió a llorar. Quizá fuera la única vez en que el excentral del Barça mostró una desolación imposible de gestionar. : «Soy y me siento catalán. Hoy más que nunca, me siento orgulloso de la gente de Cataluña porque creo que se ha comportado maravillosamente. Como en estos últimos siete años en los que no hubo ningún acto de agresión. Y tuvo que venir la Policía Nacional y la Guardia Civil para actuar así. Familias, niños y abuelos intentaron ir a votar. Y los actos de la Guardia Civil y la Policía Nacional… Creo que las imágenes hablan por sí solas. Llevamos aquí en Cataluña seis o siete años en los que la gente se manifiesta sin ningún tipo de violencia. Los actos de este 1 de octubre los ha visto todo el mundo. Habrá consecuencias (…). De verdad, tampoco tengo nada en contra de toda esa gente que cree que los catalanes somos los malos… No somos los malos. Queremos simplemente votar».
Piqué, que por aquel entonces era una de las piezas capitales de una selección española que debía acabar la temporada disputando el Mundial de Rusia de 2018, asumía aquella noche que su postura podría traerle problemas. Aunque él mismo mantuviera que no tenía intención alguna de dejar el combinado español o de seguir vistiendo a sus hijos con la camiseta de la selección cuando a él le tocaba jugar. «Creo que puedo seguir yendo a la selección porque creo que hay muchísima gente en España que está en total desacuerdo con estos actos que han sucedido en Cataluña. Y que de verdad creen en la democracia. Si no, no iría. Pero también puedo decir que si el ‘mister’ o cualquier persona de la Federación cree que soy un problema o molesto, no tengo ningún problema en dar un paso al lado y dejar la selección antes del 2018″. Lo acabó haciendo después del Mundial, anunciándolo en agosto de 2018.
Lo que no esperaba Piqué es que un día después de aquellas palabras del 1-O, ya en la concentración en Las Rozas, el entonces seleccionador español, Julen Lopetegui, y el capitán, Sergio Ramos, le exigirían que se retractara de sus palabras. Así lo ha explicado el propio Piqué a David Carabén, comisionado del 125 aniversario del Barça, en una entrevista concedida a TV3.
Aquella noche me cogieron el mister y el capitán, Julen Lopetegui y Sergio Ramos, y me dijeron: ‘Piqué, tienes que pedir perdón. Te has posicionado muy a favor de Catalunya‘. Y les dije: ‘Hombre, yo creo que me he posicionado en el derecho a votar, de poder decidir. No haré ninguna declaración ni pediré perdón», relata el excentral azulgrana, que explica cómo el entrenador [despedido después de su cargo como seleccionador a dos días del debut de España en el Mundial por anunciar su fichaje con el Real Madrid] quiso hacerle el trabajo: «Lopetegui me había escrito en un papel lo que tenía que decir. Y me dijo: ‘Mañana tienes que hacer una rueda de prensa’. Fui a la habitación, leí el papel y lo tiré a la papelera. Bajé y dije: ‘Mira, si queréis que haga una rueda de prensa, la haré a mi manera y diré lo que yo crea. Y no pediré perdón, ya os aviso. Y a partir de ahí, hostia, siempre que iba a la selección era un follón, con silbidos y demás».
Piqué ya había prometido en octubre de 2016 que dejaría la selección española después del Mundial de Rusia. Y lo hizo tras soportar una de las polémicas que le acompañaron durante su carrera como profesional, cuando se le acusó de haberse cortado las mangas de la camiseta para que no se viera la bandera de España.