Más pronto que tarde, los extraordinarios registros de Usain Bolt acabarán cayendo desde lo más alto, empujados por el hambre de progreso que debe caracterizar a las nuevas generaciones de atletas y técnicos. El mito, sin embargo, seguirá en pie pese a que épocas y entornos resulten a la larga incomparables.
Puede que un día de estos la tan cacareada Inteligencia Artificial nos permita ver al astro jamaicano compitiendo virtualmente contra Jesse Owens en una pista de ceniza en blanco y negro. O, salto cuántico mediante, al afroamericano que hizo levantarse de su asiento a Adolf Hitler en 1936 en el Olímpico de Berlín, situándose en los tacos de salida para medirse con el Bolt de 9.54 segundos en 100 metros y 19.19 en los 200 en el mismo estadio 73 años después, sobre una pista sintética de color azul.
Las descargas del Rayo, su depredadora zancada felina y, sobre todo, su extrovertida y carismática personalidad dentro y fuera de pista, cualidades que un fisiólogo italiano definió para Bolt como «una broma de la evolución», permanecerán en la memoria de millones de aficionados, provocando que el mito sobreviva al inexorable paso del tiempo. Su resplandor iluminó una década de atletismo hasta que el brillo cesó tras la retirada del único atleta que ha figurado en la lista Forbes de deportistas multimillonarios.
Johan Blake, Noah Lyles, Erriyon Knighton, Letsile Tebogo… La nómina de aspirantes al trono vacante del inolvidable jamaicano no ha parado de crecer desde su final de carrera en 2017.
Un nuevo príncipe, principito todavía, potencialmente destronador se ha revelado durante la temporada 2024, sumándose a la lista de los supuestamente elegidos para saborear la gloria de ser el primero en superar a Bolt: se llama Gout Gout y es australiano de padres sudaneses. Antes de correr este año que acaba en 10.17 los 100 metros y en 20.04 el doble hectómetro con tan solo 16 años (superando el registro del jamaicano a esa edad, 20.13), el espigado atleta nacido en Brisbane llamaba la atención por su nombre, cuyo significado refiere también a una enfermedad, la gota. Un error en la transcripción de los caracteres del árabe al latín en la aduana egipcia, el primer país al que llegaron sus futuros padres huyendo del conflictivo Sudán del Sur antes de recabar en Oceanía, está en el origen de su peculiar nombre de familia. Tras sus impresionantes registros, algunos medios locales han insinuado que Gout Gout podría cambiar su peculiar apellido por el codiciado Goat, Goat -ya saben, the Greatest Of All Times, el mejor de todos los tiempos- excesivo para un adolescente muy prometedor pero muy tierno todavía.
El recuerdo de Peter Norman
Lo que de momento si parece haber conseguido Gout es la restitución del buen nombre de un velocista injustamente repudiado en su día. Peter Norman conservó la plusmarca australiana de los 200 metros desde 1968, un récord (20.06) superado ahora por el hijo de una pareja de inmigrantes sudaneses que cambió las botas de tacos para jugar al fútbol por las de clavos para correr en pista.
Norman se llevó la plata en la legendaria final de 200 metros de México-68, por detrás de Tommie Smith y por delante de John Carlos, los dos estadounidenses que le acompañaron en el podio con el brazo en alto y la mano enguantada en negro, el saludo del Black Power de los Sesenta. El australiano secundó aquella protesta con una pegatina en su chándal en la que mostraba su apoyo por el OPHR, el Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos y su rechazo a la política discriminatoria contra los aborígenes australes. Pagó su gesto con el desprecio de instituciones deportivas supuestamente honorables. Un grande ahora felizmente rescatado del olvido gracias a un adolescente cuyos padres se movieron a tiempo para evitar de la infamia por la que atraviesa su asediado país de origen.