No sé si Ceferin tiene algo de Steven Spielberg o si encontraremos algún punto distintivo común entre el bueno de Lamine Yamal y Matt Damon en el papel del soldado James Francis Ryan en la épica e inquietante película de la Paramount Pictures. Lo que sí sé seguro es que Luis de la Fuente no es Tom Hanks, y que el de La Rioja no posee ni uno solo de los valores protectores que sí tenía el General Miller por sus hombres.
Luis de la Fuente me preocupa como culé y como aficionado. Los últimos triunfos de la selección lo han encumbrado, cierto, pero él, pobre diablo, lejos de tener una actitud de solidaridad de grupo, empieza a creer que todo se debe a él y a dar síntomas de una prepotencia y soberbia inusual en un simple seleccionador. Nos habla de ofertas por las que nadie le ha preguntado, de falta de documentos contractuales que no se ajustan con concreción a la realidad, y, los que es más preocupante, nos deleita con estadísticas falsas (en el caso de jugadores barcelonistas) sobre lesiones que todos sabemos que van a llegar de seguir así, pero que él no quiere aceptar al pensar y estar pendiente exclusivamente de su lucimiento profesional y personal.
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Falta de generosidad
No, Sr. De la Fuente. No va por ahí. Incluso a los que aman su selección, la veneran y la idolatran al sentirla como propia, que no es mi caso, lo admito, incluso a ellos, el fin, su fin o el de su selección, no justifica cualquier medio.
¿Es consciente de lo que cuestan sus jugadores, que son todo menos suyos, a los clubs que los pagan? ¿Es sabedor de lo que Lamine Yamal significa hoy para decenas de millones de aficionados que ven en el de Rocafonda la puerta de salida a años de oscuridad? ¿Es sensible a la sobrecarga atroz que está padeciendo en una edad juvenil y en plena formación morfológica, y lo que le supondría hoy una lesión grave por su falta de generosidad y su avaricia resultadista?
O los clubs se plantan coralmente, o, no lo duden, más temprano que tarde me tendrán aquí escribiendo dolorido que ya les había advertido. Y no quiero.
Mire, mire la película, ‘capitán’.