Acabó la agonía del Manchester City. En su vigesimocuarto cuarto partido marcó Savinho. Un gol que cerraba una racha impropia de un delantero y frenaba la cadena de malos resultados del equipo, igualmente indecorosa tratándose del campeón. En Leicester vivió una pesadilla del cuadro celeste, que tendrá seis días, hasta el sábado 4 de enero cuando reciba al West Ham, para disfrutar de la segunda victoria desde noviembre.
La actuación del extremo brasileño no se resume en su primer gol de la temporada, valiosísimo para gestionar un duelo crucial. Savinho dio también la asistencia a Erling Haaland, que cabeceó para el 0-2 y blindó un partido que amenazaba naufragio, como los anteriores. Sin ir más lejos, el del Everton del pasado jueves. El gigante noruego remató a placer un balón milimétrico dirigido a su cabeza, solo en el área, y sumó su segundo tanto de diciembre. El segundo en ocho partidos.
La victoria 362
Anduvo el City en la cuerda floja en el King Power Stadium defendiendo el 0-1 como un equipo menor, tratando de contener a un Leicester que le apretó en su necesidad de huir del descenso. Apeló a la humildad y a la capacidad de sufrimiento el laureado conjunto de Pep Guardiola, que recurrió a pelotazos desde la defensa para sacudirse de la presión local y de sus propios miedos a continuar en el lodazal.
La grada, sin embargo, no alberga dudas. Al final del encuentro, la hinchada cityzen coreó unánimente a Guardiola, que saltó al césped a felicitar a sus muchachos. Haaland llamó la atención al técnico para hacerle ver que acudiera a la grada, porque cantaban en su honor. El cierre perfecto a la efeméride del día.
Guardiola cumplía su partido 500 al frente del equipo. Era la victoria 362. Un número anodino, pero trascendental en el momento del City. Un porcentaje del 72% de los resultados bajo su mandato, que empezó en 2016. Los hinchas solo han visto 63 empates y 75 derrotas.
Le ha costado a Savinho dar el salto desde el Girona a la Premier, mucho más que el que le supuso pasar del ostracismo del PSV Eindhoven hasta Montilivi. Su juventud (20 años) y la necesidad de adaptarse a un mundo nuevo, partiendo desde el idioma, han impedido que diera la talla. Debía ser un jugador desequilibrante en el desborde y que refrescara de ilusión una estructura ofensiva anquilosada, pero se ha ido encogiendo en consonancia con el declive del equipo.
Encogido también estaba el City en la segunda mitad, dominado por el Leicester de Ruud van Nistelrooy, con la misma racha negativa de resultados pero hundido en el grupo de descenso. Solo se agigantó Stefan Ortega protegiendo la portería. Marcó Savinho instantes después de que el meta cediera su cuerpo para desviar un remate a bocajarro de Vardy, que aprovechó una pésima cesión de Gvardiol, en otro error individual que requeriría una charla en el diván. Luego acomplejó a Justin en un mano a mano, retrasando el empate para que sus compañeros recuperaran el aliento. Más tarde fue Akanji quien salvó un remate bajo los palos.
El gol de Haaland acabó por hundir al Leicester, más débil que el City. Sin puntería hasta entonces en el remate, perdió a continuación la fe.