No estoy en situación, ni personal ni profesional, de conseguirlo. Es imposible. No sé si algunos de los que me rodean, por ejemplo, mi director, tendría la posibilidad de saberlo. Es más, no creo que tenga mayor interés en saberlo.
Pero me encantaría conocer la opinión que Salvador Illa, Jaume Collboni, Isidre Fainé, Josep Oliu, Sol Daurella, Alberto Palatchi…tienen de Joan Laporta, su junta directiva integrada por familiares, amigos, colegas, enchufados y recomendados (los profesionales huyeron en manada, todos) y, sobre todo, su versión sobre la manera de gestionar y gobernar el FCBarcelona, la marca más universal de Catalunya en el mundo.
No me puedo creer que, en sus distintos ámbitos, en sus conversaciones, en sus reuniones, en sus negocios, en sus consultas, en sus comidas, viajes y cenas no encuentren siempre a alguien que se ría de ellos por la imagen y los ridículos que hace el Barça. Una cosa es que ellos pasen de todo (como pasan, les da igual que Catalunya haga el ridículo a través del Barça a unos niveles dañinos para todos) y otra, muy distinta, que deban empezar a considerar la posibilidad de que les ha llegado el momento de levantar la voz, de decir algo.
El Barça todo un meme
El problema, señores y señoras poderosos, no es lo que continúa sucediendo con la inscripción de Dani Olmo. No. Eso es, simplemente, una madrugada más. El daño ya está hecho, con o sin prórroga. El problema es que pronto llevaremos cuatro años ¡cuatro! en los que el nombre del Barça está siendo arrastrado por los juzgados y múltiples escenarios, siendo motivo de mofa, de risa, de burla por parte de todo el mundo, no solo el mundillo deportivo, el futbolístico. El mundo está lleno de memes del Barça. Y esa gente importante (para otras cosas) mira hacia otro lado, pasa de todo.
Laporta le toma el pelo a todo el mundo y siempre se sale de rositas. Laporta gobierna con familiares, amigos, colegas, pelotas y comisionistas y los socios le dan un notable, según una encuesta de Mundo Deportivo, y le aprueban las cuentas en las que los auditores intuyen pérdidas de cientos de millones de euros. Es más, le aprueban los contratos sin saber cuánto paga el patrocinador de turno. “Es como si te invitan a una cata de vinos y tienes que comprar el vino solo viendo la botella”, me dijo, no hace mucho, un antiguo exvicepresidente.
Laporta y su séquito de pelotas, mundo en el que su cuñado Alejandro Echevarría se mueve como tiburón en el agua (pez es poco para él), decidiéndolo todo (olvídense, Laporta ya no manda), se creen que pueden engañar incluso a la Justicia, a la que creen tonta y ciega.
Han querido engañar a los jueces y se han llevado dos varapalos tremendos. Pero a él, le da igual, él pacta con Dubái y los árabes más ricos, incluso habiéndose reído de los que firmaron con Catar y teniendo a su lado a una vicepresidenta ¡menuda cara! que, en su día, se mofó de los acuerdos con “dictaduras árabes”.
Reirse de la justicia
El último juez le ha dicho de todo al Barça, a Laporta. Le ha dicho, con buenas palabras, que deje de tomar el pelo a la gente. Mire usted, le ha escrito en su sentencia, “la posibilidad de que JUGADOR (es decir, Dani Olmo) se desvincule libremente del SOCIO (es decir, el FCBarcelona) y se convierta en agente libre es algo pactado libremente entre SOCIO y JUGADOR, por lo que, si ocurriera, no sería imputable a la ASOCIACIÓN (es decir, LaLiga)”.
Pero le ha dicho más. El juez, como todos los sensatos, se ha dado cuenta de que todo en Laporta&Cia es trilerismo del más barato. “El espíritu del artículo 77 de las Normas de Elaboración de Presupuestos de la Liga era permitir contratar a alguien que supliera al afectado por una lesión de larga duración y, en este caso, el ‘suplente’ se había contratado antes de que existiera la lesión. Extrapolando el supuesto, se habría contratado a quien debería cubrir una baja por maternidad/paternidad antes de conocer que existía el embarazo”.
El varapalo que la justicia le acaba de dar a Laporta y su directiva en las últimas sentencias es considerable, dejándolos desnudos frente al mundo. «Extrapolando el supuesto, se habría contratado a quien debería cubrir una baja por maternidad/paternidad antes de conocer que existía el embarazo».
¿Puede existir mayor burla, mayor mofa, mayor ridículo que, en una sentencia, te dejen totalmente desnudo? Puede, claro que sí. Se ha demostrado en una nueva madrugada vergonzosa. Todo, insisto, ocurre de madrugada en este Barça juerguista. Dicen que ésta vez no podrán vender la gesta como un acto heroico. No tienen ni idea de con quién están tratando. Ni idea.
Miren, en aquella madrugada del 17 de marzo de 2021, cuando buscaban avaladores para los 124,6 millones de euros que no tenía nadie de la improvisada junta ganadora de Joan Laporta, de pronto, aparecieron las decenas de millones de interesados como José Elías, que se ha arrepentido un millón de veces de ese gesto, de amigos como Jaume Roures, que no tardó en recuperar el dinero y hasta del Banc de Sabadell, gracias a la intervención del cuñadísimo, amigo de los banqueros, antes de cantar a capela el himno del Barça, el nuevo/viejo presidente hizo formar en corro a sus directivos y pidió un aplauso y vítores para la alineación que iba a leer.
Y cogiendo la lista de avaladores, en ningún caso liderada por él y sus directivos, sino por interesados y amigos, empezó a gritar: “Con el nº1: José Elías”. ¡Bravoooo!, aplausos y vítores. “Con el nº 2: Jaume Roures”. Más gritos, más aplausos, más yupiiiis. Y así con todos.
Esa es la idea que Laporta, sus familiares, su cuñado y el séquito de pelotas tienen del Barça, del ‘mès que un club’ y de una de las instituciones con mayor prestigio de Catalunya. Me temo que esto último era antes, hace años. Y, en ese sentido, es posible, muy posible, que Salvador Illa, Jaume Collboni, Isidre Fainé, Josep Oliu, Sol Daurella y Alberto Palatchi apaguen cada noche la luz de su mesita de noche tranquilos, serenos, pero, tal vez, ha llegado el momento de que levanten la voz y paren este ridículo.
Al menos para que no se rían de ellos cuando cogen el puente aéreo, un AVE o negocien con gente que, nada más verlos, piensen que están siendo cómplices de una gestión, de una gobernanza, que daña tremendamente la imagen, el prestigio, la reputación y la credibilidad de Catalunya.