Concentración pidió Hansi Flick a sus futbolistas para evitar en Vitoria el desastre de Pamplona y concentrados salieron a jugar. El resultado vino a dar la razón al técnico y resituó el origen de aquella derrota en la dispersión de sus hombres. Pero en la brutal transformación del Barça, que liquidó en media hora al Alavés con tres goles de Robert Lewandowski, hubo algo más, mucho más, que la disposición psicológica para aplastar al rival.
Factor fundamental fue el acierto de Lewandowski, que enchufó al fondo de la red los tres primeros pases que recibió, dos caramelos de Raphinha y un bombón de Eric Garcia en situaciones francas que exigieron al mismo tiempo su atención, incluso en el 0-2 al anotar a portería vacía. La prontitud con que terminó el trabajo el líder, la demostración de autoridad, permitió luego alguna dosis de relajación que no causó perjuicios en la factura, así de boyante se pasea el Barça, que vuelve a marcharse de vacaciones en el segundo parón liguero con otro triunfo que paladeará durante dos semanas y el liderato casi tan ventajoso como el de septiembre. Solo ha perdido un punto de distancia con el Madrid.
Marcajes a distancia
¿Salió relajado el Alavés si todo depende del esmero? La motivación se da por supuesta cuando el teóricamente débil recibe al supuesto grande. Y el interés existía en el vestuario blanquiazul, sin distracciones que desviaran a los vitorianos de la cita cumbre de la semana, prácticamente del mes.
Faltas de atención si cometieron, como en el marcaje a Lewandowski de dos centrales que le vigilaron a distancia. El cuadro local concedió muchos espacios, pésimamente situado en el campo, que permitieron las galopadas de Raphinha, un caballo desbocado, salvaje, liberado de las riendas que le mantenían atado a la banda derecha. El Barça tiene ahora un jugadorazo como Lamine Yamal en esa posición y ha ganado dos futbolistas.
Los golpes azulgranas, con el mismo uniforme verde de Pamplona, fueron demoledores. A la cabeza de los blanquiazules, a su defensa, la que los había sostenido siete meses sin perder en Mendizorroza. Llegaron conmocionados al descanso, acomplejados también por el gol que les anularon al filo del descanso, en una acción que sí demostró el puntito de dejación que invadió a los barcelonistas. Balde se miró de lejos el balón que recibió Tenaglia, le permitió el centro y Toni Martínez atacó la espalda de Cubarsí. En la reanudación, el Alavés remató al poste en un córner que el Barça defendió con blandura, con casi todo el equipo en el área.
La base de la alineación
Ese Barça tan acertado y tan concentrado era distinto desde la confección misma de la alineación y reforzó la idea que ya cundió la pasada semana con la imprudencia que cometió Hansi Flick con las cinco rotaciones, necesarias según el entrenador.
Solo hizo un cambio en el once que goleó al Young Boys, con la entrada de Héctor Fort por Jules Koundé, el último superviviente con todas las titularidades y que se irá descansado con Francia. Prácticamente fueron dos cambios, porque a los cuatro minutos tuvo que retirar a Ferran Torres con una lesión muscular, insólita por la rapidez con que se produjo. Entró Eric Garcia, que se situó de mediapunta, y Raphinha fue desplazado a la izquierda. Raphinha regresó al lugar original, la derecha, cuando entró Ansu Fati, que tuvo media hora para recuperarse a sí mismo como aquel adolescente que causó un impacto del que dan fe varios récords. Sivera le negó un par de veces la gloria que tanto necesita para su restablecimiento físico y anímico.
Había desaparecido el peligro con el gol anulado al Alavés y con el remate al poste cuando las nubes negras se habían instalado en el cielo vitoriano. El Alavés se había ajustado atrás y seguía precipitándose delante, buscando con ansiedad algún gol con el que levantar la cabeza frente al Barça. Dejó un balance de 12 fueras de juego que malograron las jugadas en las que rompía la defensa del Barça. ¿Falta de concentración o falta de acierto?