No estaba previsto que ‘Tek’, así le llaman en el vestuario, jugara la semifinal de la Supercopa de España. No debía ser titular ante el Athletic porque Iñaki Peña tenía que estar guardando la portería del Barça. Pero violó el canterano el estricto código de Hansi Flick porque llegó tarde a la sesión de activación matinal lo que le costó el puesto en Yeda.
Quien sabe si también le costará la titularidad de manera continuada porque Szczesny completó un excelente encuentro, frenando a Iñaki Williams, el delantero más peligroso, siendo además precavido en el juego con los pies. El debate queda, por lo tanto, abierto a la espera de la resolución que adopte el técnico alemán el próximo domingo en la final.
«Iñaki estaba en el banquillo, esta es la decisión que he tomado. Siguiente pregunta…», dijo un cortante y seco Flick eludiendo dar explicaciones concretas sobre lo que había sucedido durante la mañana en el hotel. A sus decisiones se remitió: Iñaki, suplente; Tek, titular. Y Dani Olmo y Pau Víctor, con la cautelar en la mano, para poder jugar la final.
Dos partidos, dos porterías a cero
El polaco, que llevaba tres meses en el paro, se estrenó en Barbastro. Partido cómodo y sencillo, sin apenas trabajo. Dejó la portería a cero, algo que valora mucho Flick. Y en Yeda, cuando nadie lo esperaba como titular, ni siquiera el entrenador, se colocó el polaco bajo los palos. Ni un error cometió. Serio y responsable, sobre todo en el tramo final de la primera mitad cuando el Barça perdió el control del juego. Entonces, emergió la figura de un meta experto, que no se deja intimidar ni se ve superado por la presión.
En el tramo añadido salvó esa gran ocasión de Iñaki Williams evitando lo que habría sido el 1-1. Y en la segunda mitad, más de lo mismo. “Hemos dejado la portería a cero por segundo partido”, contó hasta en un par de ocasiones Flick, orgulloso del comportamiento defensivo de sus jugadores, representado en el liderazgo de Iñigo Martínez, clave en la recuperación que dio origen al 0-2 de Lamine Yamal, y la solvencia del exportero de la Juventus.
Se equivocó de hora
A Iñaki Peña ese retraso, revelado por la Cadena COPE, en la sesión de activación le costó caro. No es que se durmiera. Fue algo tan simple como que se equivocó de hora, lo que provocó que Flick, un tipo inflexible con el reloj, adoptara una medida que ya había hecho hasta en un par de ocasiones con Koundé. Quien llega un segundo tarde, no juega. Y esa indisciplina en el código de conducta del alemán abrió un resquicio para el polaco, quien en agosto estaba disfrutando tranquilamente en Marbella de su recién estrenada jubilación.
Y de los días con familia gozando del sol andaluz pasó a entrenar con el Barça tras recibir la llamada de su compatriota Lewandowski. Tras tres largos meses en los que ha estado sentado en el banquillo, Szczesny ha entrado en la portería con naturalidad dominando todos los resortes sin dejarse impresionar por el universo Barça.
Aprendiendo un idioma nuevo
No solo por lo que hizo ante el Athletic sino con la autoridad con que se movió, a pesar de que tiene que reajustarse a un modelo de juego al que no está nada acostumbrado. En la Juventus vivía pertrechado en el área, arropado por la defensa que le convertía en un portero antiguo. De esos que tenía solo que ocuparse de su área de 16 metros. O sea, un minifundio
En el Barça de Flick, en cambio, le toca gestionar latifundios porque cada vez que levanta la cabeza divisa a sus cuatro escoltas a 30 o 40 metros. A veces, incluso a 50. Le toca, por lo tanto, a Szczesny reciclarse cuando ya estaba en la tercera edad futbolística. No, no es ninguna exageración. Con 34 años tiene que aprender un idioma nuevo. Y lo hace desde la sencillez. O sea no se complicó la vida.
En 90 minutos firmó cinco paradas, una dentro del área (la de Iñaki) y cuatro desde lanzamientos desde fuera, gobernó con firmeza las salidas aéreas (seis intentó, seis se quedó con el balón en las manos), astuto con el despeje de puños (dos de dos) y adecuado en el juego con los pies: 43 pases precisos de 50 realizados (86%). El problema radicó cuándo intentaba hacer el pase largo ya que hay descendió su efectividad: 6 de 13 (46%).
Y Flick, el dueño del reloj, se marchó feliz porque la portería se cosió encandenando ya 180 minutos sin encajar un gol.