Una pala y una pelota contra el Párkinson


Suspira. «Cuando te dicen que tienes Párkinson te quedas en ‘shock’. ‘¿Qué me pasará ahora? ¿Cómo acabaré?’. Porque sabes que esto no tiene cura. Que es degenerativo y que va a más», asiente Conchi López (1962), una de las peluqueras más conocidas de Torelló (Osona). «Lo primero que noté es que la mano no me respondía y que una cosa tan simple como coger un boli y escribir me era imposible», explica. Poco después empezó a tener dificultades en el trabajo. Le caían las cosas. Si su mano derecha no respondía se defendía con la izquierda, pero sabía que algo iba mal. Pensó en mil cosas y pasó mil pruebas, hasta que dio con el diagnóstico. «Fue un camino largo. Nunca pensé que podía ser Párkinson porque se asocia a gente mayor y a temblores, pero en muchos casos produce rigidez». Es su caso, con rigidez en las extremidades de la mitad derecha.

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