Hasta tres goles ha necesitado el Barça para terminar con una racha de tres años sin perder que llevaba el Dortmund en su casa. Y los tres tantos llegaron en la segunda mitad coincidiendo con la intervención de Hansi Flick, quien volvió a repetir la fórmula de Sevilla.
Quitó a las ‘vacas sagradas’ (Lewandowski, Raphinha, Dani Olmo, Lamine Yamal e incluso Pedri) para ganar un partido -el quinto consecutivo en la Champions-, que le lleva a la cima del nuevo formato europeo. SImbolizado todo en Ferran Torres, un suplente que cambió, y para bien, la noche alemana.
Al inicio, posesión; luego, contundencia
Dominó el Barça la primera parte, excepto en el inicio (córner a los 20 segundos de partido) y al final con ese remate fallido de Guirassy, aunque se encontraba en posición antireglamentaria. Gobernó la noche el equipo de Flick con una aplastante posesión en el primer episodio con un inapelable 72% que probaba el retorno a sus esencias, algo impresicindible después del tono gris y opaco exhibido en el Benito Villamarín. Hasta siete disparos en la primera puerta revelan que el Barça se sentía a gusto dominando el encuentro. Aunque careció de la puntería necesaria para rentabilizar ese dominio sin que existieran apenas noticias de Lewandowski. Todo cambió en la segunda mitad cuando apareció Ferran Torres.
Casadó barre y recoge.
No tocó nada Flick en su equipo. Repitió el mismo once del Villamarín. Repitió también idéntica estructura apelando al mismo corazón del equipo. O sea, Marc Casadó, convertido ya en el jefe defensivo del Barça, escoltado por Dani Olmo, excelente inicio en Dortmund, aunque luego se fue diluyendo hasta reaparecer con grandeza en la segunda mitad con su asistencia a Raphinha, y Pedri, que tuvo hiperactividad. Con y sin balón estuvo fino el joven canario. Todo se sostenía, sin embargo, en el liderazgo defensivo que ejercía ese pequeño centrocampista que transmite criterio, cordura y, sobre todo, inteligencia para ordenar el juego del equipo.
Primero horizontal; luego, vertical
En la primera parte, el Barça rescató la imagen más horizontal y pausada que se recuerda en la época de Flick. Tuvo la paciencia necesaria para armar largos ataques que iban desgastando al Dortmund porque no podía ni oler el balón. Tenían los azulgranas el pulso lento para ir construyendo jugadas que solían terminar en el flanco derecho para convertir a Lamine Yamal en el origen de todo. Esos pases horizontales iban tejiendo acciones que le daban el gobierno del partido, pero no la victoria. Esa llegó, aunque de manera provisional, en la segunda mitad cuando Pedri, Dani Olmo y Raphinha recuperaron la imagen más vertical de un Barcelona atrevido que supo fusionar los dos estilos.
Lewandowski, Raphinha y Olmo, de nuevo sustituidos
De nuevo, Flick no mira a quien quita. No le importa el qué dirán. Tiene una visión panorámica de lo que ocurre a su alrededor, sin dejarse arrastrar por las urgencias. O los nervios. Con el 1-1, el técnico alemán sacó del campo a Lewandowski, Raphinha, con molestias físicas, y Dani Olmo, a quien mima porque ha encadenado tres titularidades consecutivas. No solo eso. En el último suspiro del partido, ya en el tiempo añadido, prescindió de Lamine Yamal y luego de Pedri. O sea, iba retirando, una a una, a las ‘vacas sagradas’ de su equipo terminando el Barça con un tridente inédito: Pau Víctor-Ferran Torres, que marcó dos goles, y Fermín, capital en su intervención en el disparo que provocó el 2-2.
Imprudencias defensivas
Cuando había hecho lo más difícil, adelantarse en el marcador con el gol de Raphinha, Pau Cubarsí cometió una imprudencia con un inocente empujón a Guirassy, que le costó el penalti que provocó el empate. Cuando volvió a hacer el Barça lo más complicado, colocándose por delante en el partido gracias al oportunismo de Ferran Torres, el Barça ejecutó mal la línea del fuera de juego. Hubo una pérdida de Iñigo Martínez que precipitó el 2-2 porque Pau Cubarsí dio un paso hacia adelante para tender en la trampa. Pero quien caía en la trampa era el propio equipo de Flick.