En Moncloa ven ahora más fácil el entendimiento con Unidas Podemos tras las elecciones del pasado domingo que después del 28 de abril tras el ascenso de la extrema derecha y a pesar de la bajada de ambas formaciones en las urnas.
Las conversaciones se han producido de manera exprés y muy discreta al máximo nivel entre ambos líderes. Iglesias dejó claro durante la campaña electoral que en una futura negociación con el PSOE sería él quien tomara las riendas directamente en vez de dejarlo en manos de los equipos negociadores.
“Creo que se duerme peor con más de cincuenta diputados de extrema derecha en el Congreso que con ministras de Unidas Podemos en el Gobierno”. La primera frase de Iglesias la noche electoral, inmediatamente antes de tender la mano al presidente para iniciar el diálogo, parece expresar un juicio compartido también en Moncloa, a la vista de la celeridad con la que el lunes se produjo la reunión y se llegó al preacuerdo.
El líder de Podemos ha mantenido en todo momento su exigencia de un Gobierno de coalición que se resistió tras los anteriores comicios y la misma noche electoral aseguró que el planteamiento debía ser un Ejecutivo conjunto con representación proporcional de ambas fuerzas. Iglesias aseguró que esta vez no aceptaría un veto sobre su persona.
A pesar de que Sánchez ha dejado claro que no se siente cómodo con Unidas Podemos dentro del Consejo de Ministros, los socialistas modificaron sustancialmente su posición este lunes, cuando se abrieron a la negociación de una coalición con Iglesias.
La fórmula que persigue el PSOE es, además de sumar a Unidas Podemos, lograr el apoyo de Más País, PNV y PRC. No obstante, serviría la abstención de ERC.