¨Si los números no mienten, si todavía las matemáticas conservan su valor no obstante el hecho, de que de la ciencia han desaparecido los conceptos absolutos, la batalla la tenemos ya ganada…¨. – Joaquín Balaguer
La política y las matemáticas son dos ciencias distintas, pero en coyunturas políticas como la que vivimos en la República Dominicana, es bueno hacer algunos análisis comparativos.
En primer lugar, como profesional de la ingeniería que soy, entiendo que todos los equipos políticos deben de tener personas con conocimientos matemáticos. La razón principal es que estos están formados para saber cómo plantear y razonar correctamente los problemas. Y gobernar, o más bien, gobernanza, como dice el peruano Pablo Chirif “es una suma de gobierno y confianza”.
Las mentes analíticas, con amplias capacidades de análisis, permiten poner el foco en donde está el problema y definir cuáles son las posibles soluciones, o más bien, nos ayudan en la búsqueda de politicas públicas efectivas que benefician a los conciudadanos, pues los problemas en política suelen ser igual de complejos que la más difícil de las ecuaciones.
Hoy más que nunca debemos de vincular la política con la matemática, para saber cómo funcionan algunos algoritmos, y que estos nos ayuden a leer e interpretar de manera correcta los retos y los desafíos de la sociedad dominicana del Siglo XXI, ya que si los problemas no están bien planteados es difícil poder encontrar las soluciones.
Sin lugar a dudas, las matemáticas están más presentes de lo que pudiéramos imaginar en la política. Un ejemplo de ello son las elecciones presidenciales, donde todos los dominicanos, sin excepción alguna, tenemos el derecho fundamental a elegir y ser elegido. Estas la celebramos cada cuatro años y son el mecanismo para escoger entre diferentes opciones basado en la cantidad de los votos que obtiene cada quien. Eso es matemática.
El método de d’Hondt, utilizado para escoger los legisladores dominicanos, también se hace en base a las matemáticas. Lo mismo sucede con las encuestas, que son una prueba de lo tan importante que son las matemáticas. Estos estudios nos ayudan en la toma de decisiones, al establecimiento de agendas y la conformación de preferencias. Pudiésemos decir que la democracia es un gran algoritmo.
Miren este ejemplo, muy sencillo:
Si en el 2015, un valioso aspirante a la presidencia que lleva desde el 1995 aspirando, sin nunca parar, tenía en el 2014 entre sus fuerzas 17 senadores, 78 diputados, 13 miembros de cúpula de su partido, 250 miembros del Comité Central, y tuvo que detener su su proyecto porque los vientos soplaban a favor de otro.
¿Cómo es posible que ahora que solo tiene 5 senadores, 34 diputados y 6 miembros del Comité Político y 156 del Comité Central, sus seguidores entiendan que está más fuerte que nunca para volver al poder en el 2020?
Otro ejemplo es la matemática electoral:
Hipólito Mejia en el 2012 le quiso ganar en el mismo proceso a Leonel Fernández, Danilo Medina, Margarita Cedeño, Comité Político, Miguel Vargas, PRSC, Bloque Progresista.
¿Cuál fue el resultado?
Una derrota que hasta produjo la división del entonces principal partido de la oposición.
Ya entrando de lleno al calendario electoral 2020, los proyectos presidenciales deben de entender que en un sistema de 50% +1, hay que construir puentes, no muros. Al parecer algunos no entienden esa realidad.
También existen políticos que pueden ser llamamos por los tipos de números. Prometo escribir más adelante sobre eso. Hay números y politicos naturales, nulos, negativos, enteros, racionales, irracionales, reales, imaginarios, trascendentes, complejos… Observemos la arena política y alejemosnos de los políticos nulos, negativos, irracionales, imaginarios y complejos. Y acerquemosnos a los naturales, enteros, racionales, reales, y trascendentes.
En fin, los equipos políticos siempre deben de unir, no dividir; deben sumar, no restar; deben invitar, no rechazar; deben abrirse y no cerrarse la puerta a la contribución de todos los dominicanos de buena fe que queremos transformar el país para el bien colectivo.
No se trata de ganar elecciones, se trata de ganarse el corazón de la gente.-