La rápida expansión de la industria de la inteligencia artificial (IA) podría tener consecuencias ambientales de gran magnitud a corto plazo, según un reciente estudio realizado por el candidato a doctorado en la Escuela de Negocios y Economía de VU Amsterdam, Alex De Vries. De acuerdo con este informe, publicado en la revista Joule, la industria de la IA podría llegar a consumir tanta energía como países del tamaño de Países Bajos, Irlanda o Suecia para el año 2027.
El estudio apunta que la adopción masiva de la IA por parte de las grandes empresas tecnológicas, en respuesta al éxito de ChatGPT y otros modelos de lenguaje similares, está impulsando un aumento significativo en el consumo de energía. La IA no solo requiere un hardware más potente que las tareas informáticas tradicionales, sino también centros de datos llenos de ordenadores especializados que consumen una cantidad sustancial de electricidad. Así, el informe destaca que las compañías no suelen cuantificar el consumo específico de energía o de agua, lo que plantea la necesidad de una mayor transparencia en el sector.
Cifras de consumo alarmantes
ChatGPT requiere una cantidad significativa de energía para su uso
El impacto ambiental de la IA podría ser aún más significativo de lo que se pensaba, y las cifras asustan. De Vries estimó que Nvidia, un importante fabricante de chips de IA, podría proporcionar alrededor del 95% del hardware necesario para la industria en 2027. Esto, combinado con la demanda creciente, podría llevar a un consumo de energía de la IA que oscila entre 85 y 134 teravatios-hora (TWh) de electricidad al año. Este volumen de consumo sería el equivalente a lo que consume un país como Países Bajos anualmente.
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Cada vez hay más empresas tecnológicas que invierten enormes recursos en la construcción de centros de datos y hardware especializado para dar soporte a esta tecnología. Esto conlleva a que haya un mayor uso de unidades de procesamiento de gráficos (GPU) para impulsar los potentes algoritmos detrás de la IA. El informe de De Vries señala que ChatGPT, que requiere una cantidad significativa de energía para su uso, en su fase de entrenamiento consumió cerca de 1,287 MWh de electricidad.
El consumo de esta tecnología, al detalle
El problema no se limita al entrenamiento, ya que los sistemas de IA responden a 195 millones de solicitudes por día, aproximadamente. Esto se traduce a un consumo promedio de 564 MWh al día. Teniendo en cuenta que estos sistemas requieren de un enfriamiento que consume grandes cantidades de agua, la situación es preocupante. Además, la falta de transparencia por parte de las grandes empresas tecnológicas en cuanto a su consumo real de energía es algo que pone de manifiesto la investigación de De Vries.
A medida que las grandes empresas tecnológicas como Microsoft y Google siguen invirtiendo en el desarrollo y la expansión de la IA, el impacto ambiental se vuelve más evidente aún. Microsoft reveló, en su último informe de sostenibilidad, que su consumo de agua había aumentado un 34% entre 2021 y 2022, llegando a 6.4 millones de metros cúbicos ; o lo que es lo mismo, 2,500 piscinas olímpicas.
El coste del uso de la IA en la vida cotidiana
Esta situación plantea preguntas sobre el coste del uso de esta tecnología en la vida cotidiana. El presidente de Alphabet, John Hennessy, menciona que interactuar con modelos grandes de lenguaje podría costar hasta diez veces más que una búsqueda estándar por palabra clave. Estos datos subrayan la necesidad de considerar no solo la eficiencia de la IA, sino también si su uso es realmente necesario y si los beneficios superan los costos.
Algunos argumentan que la IA podría ayudar a resolver desafíos ambientales, como reducir la formación de estalas de vapor de aviones o acelerar la investigación en energía de fusión nuclear, aunque esto no exime la necesidad de un uso responsable de la tecnología.
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De Vries plantea una cuestión fundamental: ¿cuánta IA necesitamos realmente y cuándo su consumo de energía superará sus beneficios? La expansión de esta tecnología está transformando rápidamente la industria, pero se necesita un enfoque más equilibrado para garantizar que no se convierta en una amenaza para el medio ambiente.
