Catalunya aspira a liderar la investigación y fabricación de microchips en el sur de Europa. En las últimas semanas, el Govern de la Generalitat ha anunciado una ambiciosa estrategia que movilizará más de 1.000 millones de euros con el fin de impulsar una industria cada vez más crucial para el desarrollo científico y tecnológico. La ‘consellera’ de Recerca i Univesitats, Núria Montserrat, ha formalizado el plan en el ‘consell executiu’ que se ha celebrado este martes.
La industria de los chips o semiconductores es una de las grandes apuestas del ‘president’ Salvador Illa. El proyecto, que se desencalló recientemente durante su encuentro con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se apoya en tres patas. Bautizado como el ‘Tridente Innovador’, quiere impulsar y apoyar los grandes centros catalanes de investigación para desarrollar circuitos electrónicos de vanguardia, indispensables para mercados tan variados como el automovilístico, la salud, la inteligencia artificial, las telecomunicaciones o la tecnología militar, entre otros.
El objetivo de la Generalitat es aprovechar la estrategica tecnológica de la Unión Europea, que pasa por priorizar la I+D+I en microchips europeos para así reducir la dependencia que el bloque tiene de proveedores exteriores, para convertirse en un «agente clave para reforzar la soberanía tecnológica europea», según se remarca en los acuerdos de Govern publicados este martes.
La demanda industrial de semiconductores podría duplicarse de cara a 2030, lo que generará dificultades para satisfacerla. Por eso, ya en 2021, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fijó en 43.000 millones de euros la inversión público-privada para desarrollar un robusto ecosistema europeo de chips y alcanzar el 20% del mercado mundial al inicio de la próxima década. Está previsto que el plan catalán reciba 161 millones de euros de los fondos europeos Next Generation.
Estrategia de tres patas
Catalunya se apoya en tres pilares para situarse en la élite tecnológica del continente. El primero es Innofab, una nueva planta de fabricación y testeo de nuevos prototipos de microchips. La misión de este centro –que será único en el Estado– es exportar estos componentes a Estados Unidos o China, que hasta ahora, y por detrás de Taiwán, son los principales productores. La infraestructura estará en Cerdanyola del Vallès, donde ya se encuentra el sincrotrón Alba, un complejo de aceleradores de electrones de referencia europea. Su instalación, de 2.000 m², movilizará 392 millones de euros y recibirá fondos del Proyecto Estratégico para la Recuperación y la Transformación Económica (PERTE) Chip. Además, se prevé que genere 200 puestos de trabajo.
El segundo pilar de la estrategia catalana es el proyecto DARE, que desarrollará chips de alto rendimiento (HPC) e IA basados en la arquitectura abierta RISC-V. Su financiación, de 240 millones de euros, lo convierten en una apuesta sin precedentes, la más grande financiada desde Bruselas. Su coordinación estará en manos del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNC). El proyecto creará 400 puestos de trabajo «altamente qualificados» en Europa, más de 100 de ellos en Catalunya.
El tercer pilar es PIXEurope, un proyecto europeo liderado por el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) que destinará 380 millones de euros al desarrollo de chips fotónicos, circuitos integrados que, en lugar de componentes electrónicos, se sirven de fotones (partículas de luz), lo que les permite ser más compactos y eficientes, así como tener otras aplicaciones prácticas muy atractivas para una gran variedad de mercados.