Si bien podemos estar familiarizados con nuestro planeta Tierra y su posición en el sistema solar, comprender nuestra ubicación dentro del conglomerado de la Vía Láctea agrega otra capa a nuestra perspectiva cósmica. ¿Te has preguntado alguna vez en qué parte de la Vía Láctea vivimos nosotros?. Primero, nuestro sistema solar está situado a unos 26.000 años luz del centro galáctico, lo que nos sitúa aproximadamente a medio camino entre el centro y el borde exterior de la galaxia. Segundo, tenemos que situarnos en el Supercúmulo de galaxias de Virgo (un supercúmulo es un grupo de galaxias mantenidas unidas por la gravedad). Dentro de este supercúmulo, nos ubicamos en un conjunto más reducido de galaxias conocido como el Grupo Local. La Tierra está situada en la segunda galaxia más grande de dicho grupo.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, es nuestro hogar en el cosmos, pero lejos de estar en el centro del universo, la Tierra se encuentra en el brazo espiral de una galaxia bastante pequeña. Primero, nuestro sistema solar se encuentra entre dos brazos espirales prominentes: el brazo de Perseo (Perseus) y el brazo Escudo-Centauro (Scutum-Centaurus) y nosotros nos encontramos en el borde de un brazo espiral menor, conocido como Brazo de Orión o Brazo Local.
Un viaje al Brazo de Orión
La Vía Láctea es una galaxia espiral barrada, caracterizada por unos brazos giratorios luminosos que emanan de un abultamiento esférico central. Nuestra galaxia tiene aproximadamente 100.000 años luz de diámetro y contiene cientos de miles de millones de estrellas, junto con grandes cantidades de gas y polvo cósmico. Y es nuestra dirección en el cosmos.
Dentro del extenso disco de la Vía Láctea, nuestro sistema solar está situado en un brazo espiral menor conocido como Brazo de Orión (o Brazo de Orión-Cygnus) que está menos densamente poblado en comparación con los brazos principales como el Brazo de Perseo. El sistema solar se encuentra entre estas dos estructuras más grandes, lo que lo convierte en una especie de «punto medio» en la Vía Láctea y forma parte de un filamento bastante pequeño. Aquí, contando con la Tierra, formamos parte del Sistema Solar, un grupo de ocho planetas, además de numerosos cometas, asteroides y planetas enanos que orbitan alrededor del Sol. Somos el tercer planeta desde el Sol en el Sistema Solar.
El Brazo de Orión toma su nombre de la famosa constelación porque en su interior se encuentran objetos destacados como la estrella Betelgeuse (α Orionis), que está a unos 642 años luz de distancia de la Tierra, las estrellas del cinturón de Orión, la estrella supergigante azul Rigel, y la Nebulosa de Orión (Messier 42), que se encuentra a 1.344 años luz de nosotros y es una de las nebulosas más brillantes que existen. El brazo en el que nos encontramos tiene entre 10.000 y 20.000 años luz de largo y al menos 3.500 años luz de ancho. Si miras el cielo nocturno a ojo vista, la mayor parte de lo que puedes ver es parte de este mismo brazo.
Es difícil decir mucho sobre la estructura de la Vía Láctea con certeza porque somos parte de ella. A diferencia de otras galaxias que podemos ver a través de telescopios, no podemos mirar la Vía Láctea de frente. Pero determinamos su forma gracias a otros fenómenos. Ya hemos concluido que nuestra dirección cósmica está aproximadamente a mitad de camino de la galaxia, en el brazo de Orión.
Comprender la ubicación de la Tierra dentro del brazo de Orión de la Vía Láctea proporciona información valiosa sobre nuestro entorno cósmico y su influencia en nuestro planeta. La Tierra es un planeta habitable porque no se encuentra ni muy lejos ni muy cerca de la estrella principal, el Sol. Como curiosidad, la estrella más cercana al Sol es Próxima Centauri, una enana roja parte del sistema estelar Alpha Centauri, ubicada a unos 4,24 años luz de distancia en la constelación de Centauro.
Visión geocéntrica-heliocéntrica
Hace mucho, mucho tiempo, la sociedad estaba convencida de que la Tierra estaba en el centro del universo, pero esta visión “geocéntrica” fue cuestionada incluso desde el siglo III por quienes sostenían que la Tierra y los demás planetas en realidad orbitaban alrededor del Sol. Pese a estos inicios tan tempranos del desafío al geocentrismo, el heliocentrismo no se haría popular hasta el siglo XVII después de que Copérnico publicara el primer modelo matemático de un modelo heliocéntrico (en 1514) y Galileo demostrara que dicha teoría era realmente cierta, gracias a su invención en 1609 del primer telescopio funcional.
Referencias:
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- Hou, L., & Han, J. (2014). The observed spiral structure of the Milky Way. Astronomy and Astrophysics, 569. https://doi.org/10.1051/0004-6361/201424039.