La alianza entre Microsoft y OpenAI, una de las mayores en la industria tecnológica, empieza a resquebrajarse. Una investigación de The New York Times revela que la relación entre el gigante informático y la responsable de ChatGPT se ha tensado en los últimos meses debido al creciente coste de la inteligencia artificial (IA) y las turbulencias dentro de la la start-up.
Microsoft se fijó en OpenAI en 2019, antes de que lanzase su popular chatbot de IA. Desde entonces, la compañía liderada por Satya Nadella ha invertido un total de 13.750 millones de dólares en la joven empresa. Esa inyección de capital ha permitido a OpenAI desarrollar nuevos modelos de IA generativa que la han situado en la primera línea de la carrera comercial global. A cambio, Microsoft ha integrado esos avances en sus sistemas, convirtiéndose en la tercera compañía más valiosa del mundo.
Ese bromance —como lo definió Sam Altman, jefe de OpenAI— ha empezado a agrietarse. El pasado otoño, la firma detrás de ChatGPT pidió más dinero y potencia computacional a Microsoft para construir y ejecutar sus sistemas de IA. Sin embargo, el gigante dijo que no y cerró el grifo para tratar de proteger su apuesta.
Inestabilidad y turbulencias
Ese cambio de estrategia, según 19 fuentes internas consultadas por el NYT, se debe a dos factores. Por un lado, a Microsoft le preocupa la estabilidad financiera de OpenAI. El desarrollo de la IA requiere de procesos cada vez más complejos que demandan más recursos, energía y dinero. Ese consumo desmedido perjudica directamente al modelo de negocio de la start-up, que este año incurrirá en pérdidas de 5.000 millones de dólares. Según previsiones internas revisadas por el diario, los costes informáticos de OpenAI alcanzarán los 37.500 millones de dólares anuales en 2029.
A eso se le suman las turbulencias dentro de OpenAI, que ha disparado el nerviosismo en Microsoft. Hace un año, la junta directiva de la start-up despidió por sorpresa a Altman, acusándolo de ocultar información. El culebrón se saldó con Altman consolidando su poder y con la expulsión de quienes trataron de apuñalarle, incluído el también cofundador y hasta entonces jefe científico, Ilya Sutskever. Muchos de los altos cargos han dimitido en los últimos meses, entre ellos quien fue directora de tecnología, Mira Murati.
OpenAI ha modificado su modelo empresarial, dejando de ser una organización sin ánimo de lucro para centrarse en la vía comercial. La start-up está inmersa en una «negociación de alto voltaje» con Microsoft para determinar con qué parte del pastel se quedará el gigante, según adelantó The Wall Street Journal.
Esa reestructuración da más poder y dinero a Altman, pero también más capacidad de atraer la inversión externa que necesita para sobrevivir. El mes pasado, OpenAI cerró un acuerdo para recaudar 6.600 millones de dólares, la mayor ronda de financiación de la historia, que además de Microsoft reunió a pesos pesados del sector como SoftBank o NVIDIA, que diseña los microchips que dan vida a la IA.
Dependencia problemática
Esa tensión evidencia un problema de dependencia mútua. A Microsoft teme que todo su desarrollo de IA dependa de OpenAI, una preocupación que la ha llevado a buscar alternativas. En marzo, pagó 650 millones de dólares para contratar al personal de Inflection, empresa que compite con OpenAI. Ese movimiento enfureció a Altman, según el NYT.
OpenAI tampoco quiere estar atada a su contrato con Microsoft. Por eso ha intentado renegociarlo para poder comprar potencia informática a otras empresas. En junio, el gigante le permitió comprar hardware a Oracle. El diario neoyorquino adelanta que OpenAI y Microsoft han pactado rebajar el precio que la start-up pagará por su potencia computacional, un cambio que satisface a ambas partes, aunque no da más detalles.
Curiosamente, el contrato entre ambas compañías establece que si OpenAI crea una IA igual o superior a la inteligencia humana Microsoft perderá el acceso a esa tecnología. Aunque ese escenario es improbable a medio plazo, es la junta de OpenAI quién tiene el poder de determinar que se ha alcanzado esa premisa.