Afectados por explosión en San Cristobal viven entre el hedor y los insectos

Los moradores y comerciantes se quejan de la indiferencia oficial

Los moradores califican como “una tortura” tener que vivir o laborar en el lugar.

Además de la sensación de estar en una zona de guerra rodeada de escombros y hollín, el hedor y los insectos se han sumado a las preocupaciones de los moradores del epicentro de la explosión ocurrida hace 20 días en la ciudad San Cristóbal, quienes califican como “una tortura” tener que vivir o laborar en el lugar.

Al cruzar por las calles, ya más abiertas al público, a los transeúntes y choferes se les hace casi imposible transitar y no mirar a los edificios, cuyos rastros de ceniza y escombros muestran lo pasado en aquella tragedia que dejó una huella imborrable en la provincia sureña.

Veinte días después del suceso devastador que dejó decenas de heridos, así como víctimas mortales y secuelas en las mentes de los munícipes, los efectos colaterales del siniestro continúan pasándoles factura.

Más afectados

“Los más afectados somos los que vivimos al frente, nosotros no tenemos vida después de esa explosión, porque somos afectados porque nos pican los mosquitos, los ladrones saqueando eso todas las noches, los gusanos y el olor que no se aguanta”, expresó Félix Maireny, uno de los moradores, cuya vivienda está ubicada en la calle principal del epicentro.

El desagradable hedor que emana de la zona, agregándose a esto los gusanos por las aceras y las moscas por doquier, tienen preocupados a los vecinos, pues temen que estos y otras plagas puedan ser portadores de enfermedades en el sector.

“A la niña mía le picó un mosquito y está enferma de fiebre, y es causa de eso porque ahora se ha desatado una mosquitera, hay muchas moscas y muchos gusanos”, indicó Maireny.

Según expertos, la existencia de los insectos puede ser debido a la presencia de material orgánico que permanezca en el lugar del epicentro, los cuales pueden transmitir enfermedades a través de sus patas a las personas que ocupan residencias y locales allí.

Negocios

calle Padre Ayala, que hace solo un mes era una de las zonas más comerciales del municipio cabecera de la provincia sureña, a excepción de los vehículos y los peatones, se ve prácticamente vacía, pues los locales comerciales ubicados en el lugar se encuentran desiertos, debido a que el flujo de clientes ha disminuido.

Los propietarios de varios negocios explicaron que desde que ocurrió el mortífero hecho y se vieron obligados a cerrar sus establecimientos, las ventas han bajado significativamente.

Atribuyen la falta de clientes al hedor nauseabundo que se ha apoderado de las calles aledañas, así como el bloqueo en el que se encuentra la calle Padre Ayala, una de las más transitadas antes del siniestro.

Además de la reposición de algunos cristales y techos de zinc para reparar daños por parte de las autoridades, otros elementos como la limpieza y la ambientación de los alrededores, han tenido que reponerlos vecinos y comerciantes de sus propios recursos.

Explicaron que han tenido que limpiar y desinfectar la zona con sus propias manos, exponiéndose a un mayor riesgo de contagiarse por el contacto con los insectos y los escombros.

“Lo que más nos afecta a nosotros es el encierro en que nos tienen, porque no circulan los vehículos para acá, entonces al no circular los vehículos no hay una trayectoria o un flujo de clientes, por lo cual las ventas nos han bajado casi un 50%”, indicó Ariel Santo Torres, propietario del colmado Ariel.

Ayudas

Con relación a la entrega de ayudas de las autoridades a los negocios afectados, los comerciantes de la zona dicen sentirse abandonados, pues explican que no han sido distribuidas como lo han prometido,

“Esta es una arteria principal, para que nos tengan aquí olvidados”, sostuvo la encargada del negocio “La Distribuidora del Sur”, quien además sostuvo que entran a los edificios abandonados a saquearlos. 

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